La Navidad no es un carnaval o
una celebración hueca, sino la revelación de la grandeza de Dios, por tanto, no
dejemos que el mundo secularizado nos desvíe del sentido más profundo de esta
fiesta.
“la Navidad es la revelación de la grandeza de
Dios, de su misericordia, su amor y su voluntad, que es la salvación del mundo
entero, de toda la humanidad”.
Sin embargo, “este mundo
secularizado” rechaza a Dios y “lo quiere sacar de la vida humana”.
“Quiere prescindir de Dios en la
vida económica, en la política, en la vida familiar y conyugal”, promoviendo
“la anticultura de la muerte con el aborto y la eutanasia”.
“la Navidad proclama la existencia de un Dios
amoroso, el Dios de la vida, el Dios de la felicidad, que santifica la familia,
que exalta la vida de los más humildes y pobres, como el niño de Belén”.
Por ello, “nosotros, los
católicos, y especialmente los seminaristas, los religiosos y las religiosas,
los ministros el altar, hemos de meditar en este aspecto religioso, de
revelación de Dios, de lo sobrenatural, de lo divino, para tener el entusiasmo
y la fuerza de comunicar esa realidad a nuestros hermanos”.
“No nos dejemos desviar del
sentido más profundo de la Navidad: es la manifestación de Dios, es el inicio
de la revelación de Jesús, la luz del mundo, el Salvador”.
“No se trata de un carnaval, no
es una celebración hueca y sin sentido. Se trata de conmemorar y luego
festejar, en nuestros corazones, en nuestras familias, en nuestras comunidades,
en la Iglesia extendida por todo el universo, la inmensidad del amor de Dios,
que tanto ha amado a la humanidad que nos ha enviado a su Hijo único, para que
todos los que creamos en El tengamos vida eterna”, insistió.
“¿de qué nos salva el Hijo eterno
e Dios hecho hombre?”.
“Nos salva de la fuerza terrible
del pecado y del demonio, nos salva de la maldad, de la confusión, de la
tristeza y oscuridad de la falta de fe, del horror del odio y de la crueldad,
del envilecimiento de la humanidad en la idolatría del dinero, del horror de la
guerra, de la destrucción de la juventud por la droga, de la impiedad y de
la indiferencia religiosa, de las pasiones desenfrenadas, de la lujuria,
en fin de todo lo que conduce al dolor, a la muerte, y a la destrucción
de la humanidad”.
“por esa razones, porque nos ha nacido el
Salvador, porque nosotros, los que aquí estamos, junto con los más de mil
trescientos millones de católicos en el mundo, sabemos que Dios está con
nosotros y nos ama para salvarnos del horror del mal y para llenarnos de
vida y felicidad por toda la eternidad, ¡demos gracias a Dios! ¡Gracias, Señor,
gracias!”.
PADRE BENDICENOS
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