«El mismo
David le llama Señor»
Hoy, el judaísmo aún sabe que el Mesías ha de ser “hijo de David” y debe
inaugurar una nueva era del reinado de Dios. Los cristianos “sabemos” que el
Mesías Hijo de David es Jesucristo, y que este reino ha empezado ya
incoativamente —como semilla que nace y crece— y se hará realidad visible y
radiante cuando Jesús vuelva al final de los tiempos. Pero ahora ya Jesús es el
Hijo de David y nos permite vivir “en esperanza” los bienes del reino
mesiánico.
El título “Hijo de David” aplicado a Jesucristo forma parte de la médula del
Evangelio. En la Anunciación, la Virgen recibió este mensaje: «El Señor Dios le
dará el trono de David, su padre, reinará sobre la estirpe de Jacob por
siempre» (Lc 1,32-33). Los pobres que pedían la curación a Jesús, clamaban:
«¡Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí!» (Mc 10,48). En su entrada solemne
en Jerusalén, Jesús fue aclamado: «¡Bendito el reino que viene, el de nuestro
padre David!» (Mc 11,10). El antiquísimo libro de la Didakhé agradece a Dios
«la viña santa de David, tu siervo, que nos has dado a conocer por medio de
Jesús, tu siervo».
Pero Jesús no es sólo hijo de David, sino también Señor. Jesús lo afirma
solemnemente al citar el Salmo davídico 110, cita incomprensible para los
judíos: pues resulta imposible que el hijo de David sea “Señor” de su padre.
San Pedro, testigo de la resurrección de Jesús, vio claramente que Jesús había
sido constituido “Señor de David”, porque «David murió y fue sepultado, y su
sepulcro aún se conserva entre nosotros (…). A este Jesús Dios lo ha
resucitado, y de ello somos testigos todos nosotros» (Ac 2,14).
Jesucristo, «nacido, en cuanto hombre, de la estirpe de David y constituido por
su resurrección de entre los muertos Hijo poderoso de Dios», como dice san
Pablo (Rm 1,3-4), se ha convertido en el foco que atrae el corazón de todos los
hombres, y así, mediante su atracción suave, ejerce su señorío sobre todos los
hombres que se dirigen a Él con amor y confianza.
PADRE
BENDICE
A NUESTRA
PATRIA
ResponderEliminarPero Jesús no es sólo hijo de David, sino también Señor. Jesús lo afirma solemnemente al citar el Salmo davídico 110, cita incomprensible para los judíos: pues resulta imposible que el hijo de David sea “Señor” de su padre. San Pedro, testigo de la resurrección de Jesús, vio claramente que Jesús había sido constituido “Señor de David”, porque «David murió y fue sepultado, y su sepulcro aún se conserva entre nosotros (…). A este Jesús Dios lo ha resucitado, y de ello somos testigos todos nosotros» (Ac 2,14).