sábado, 21 de noviembre de 2015

"Dios mío, ya no necesitamos que te ocupes de nosotros, pues nos vengamos nosotros mismos".

 
 
 
 

Un hermano que había sido insultado por otro hermano, acudió al abad Sisoés de Tebas y le dijo:
"Ese hermano me ha insultado y quiero vengarme". 
El anciano le rogaba: "No, hijo. Deja en manos de Dios la venganza". 
Pero el otro decía: "No descansaré hasta que me haya vengado yo mismo". 
El anciano insistió: "Hermano, hagamos oración". 
Y el anciano puesto en pie añadió: "Dios mío, ya no necesitamos que te ocupes de nosotros, pues nos vengamos nosotros mismos". 
Al oír esto el hermano se echó a los pies del anciano y le dijo: "Ya no tengo nada contra aquel hermano. ¡Por favor, Padre, perdóname!".

Sentencias de los Padres del Desierto. Cal XVI. De la paciencia
 
 

 
 

1 comentario:

  1. Al oír esto el hermano se echó a los pies del anciano y le dijo: "Ya no tengo nada contra aquel hermano. ¡Por favor, Padre, perdóname!".

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