Hacen sus manos lo que hace Dios y su lengua pronuncia sus palabras.
Es evidente conclusión que lo que se hace a Jesús cuenta con el respaldo de Dios y que quien acosa a Jesús está tirando piedras al tejado de Dios.
Y al contrario, quien escucha a Jesús, está prestado oídos a lo que Dios quiere de él.
Es así como la palabra avalará el júbilo de sus días sin término, de modo que al sonar la voz justiciera de Dios, los que practicaron el bien saldrán gozosos inundados de la luz inmarcesible de su gloria, en tanto que los que no, a la severidad incierta del juicio.
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La primera de las bendiciones dichas por Dios sobre Israel que figuran en el cap. 28 del Deuteronomio, dice así: Bendito el fruto de tu vientre.
Hay que reconocer que es una bella frase desarrollada de forma indirecta mediante una perífrasis.
Debió de convertirse en un deseo de expresión estereotipada en el lenguaje común del pueblo, porque así se expresaba Dios. Son esas mismas las palabras con que el ángel bendice en María al hijo que acaba de concebir.
La primera de las bendiciones dichas por Dios sobre Israel que figuran en el cap. 28 del Deuteronomio, dice así: Bendito el fruto de tu vientre.
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