lunes, 23 de noviembre de 2015

Este es un tiempo de levantar la cabeza, los ojos, el corazón, la vida, la comunidad al Reino de Dios, a un mundo nuevo que está llegando cada día más y que un día llegará plenamente.



 
 







¡Levantad la cabeza porque ha llegado vuestra liberación!


 
Empezamos el tiempo llamado de “Adviento”. Le seguirán otros: Navidad, Cuaresma y Pascua. Todos ellos significan ciclos espirituales por los que pasamos las personas y las comunidades.

Nos configuran distintos periodos de tiempo que nos hacen madurar espiritualmente y que nos ayudan cada año a profundizar en el propósito de nuestra vida. ¿Cuál será la esencia del ciclo espiritual del Adviento? Podemos apuntar una palabra: llegada.

El Adviento es un tiempo de llegada de las cosas de Dios envueltas en circunstancias personales, comunitarias, sociales que irán variando según los lugares en donde nos encontremos. No es tanto un tiempo de clamar: ¡Ven Señor Jesús! Jesús ya vino hace 2015 años.

Es un tiempo de levantar la cabeza, los ojos, el corazón, la vida, la comunidad al Reino de Dios, a un mundo nuevo que está llegando cada día más y que un día llegará plenamente. El Evangelio de San Lucas y su anexo (los “Hechos de los apóstoles”), la carta de San Pablo a los Tesalonicenses (2ª lectura) nos ayudarán a ahondar en esa presencia del “retoño legítimo de David que hará justicia y derecho en la tierra” que anunciaba Jeremías (1ª Lectura) y nos darán fuerzas para lograr su plenitud.

Adviento es un tiempo de pararnos y ver las señales (evangelio) del Reino que llega a nivel del planeta tierra, a nivel de las relaciones sociales y también a nivel personal. Es verdad que también se tambalearán las fuerzas del universo; es decir algunas realidades que parecían tener consistencia hasta ahora (la paz, la honradez, la esperanza, la convivencia, la solidaridad, el amor).

Pero el Adviento nos invita a ver en todo ello –señales y fracasos- motivos de camino, de lucha, de indignación y de confianza porque hay salida. “Un tal Jesús” (título del libro de los hermanos Vigil) vino un día no muy lejano a mostrarnos el camino de la creación de un mundo nuevo y sigue ahí caminando a nuestro lado alentándonos con su Espíritu.
 

Lectura del profeta Jeremías 33, 14-16

Mirad que días vienen-oráculo de Yahveh- en que confirmaré la buena palabra que dije a la casa de Israel y a la casa de Judá. En aquellos días y en aquella sazón haré brotar para David un Germen justo, y practicará el derecho y la justicia en la tierra. En aquellos días estará a salvo Judá, y Jerusalén vivirá en seguro. Y así se la llamará: "Yahveh, justicia nuestra."

Sal. 24 R. A ti, Señor, levanto mi alma


Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas,
haz que camine con lealtad;
enséñame porque tú eres mi Dios y Salvador.

El Señor es bueno y recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes.

Las sendas del Señor son misericordia y lealtad,
para los que guardan su alianza y sus mandatos.
El Señor se confía con sus fieles
y les da a conocer su alianza.

Lectura de la primera carta del apóstol San Pablo a los Tesalonicenses 3,12-4,2


En cuanto a vosotros, que el Señor os haga progresar y sobreabundar en el amor de unos con otros, y en el amor para con todos, como es nuestro amor para con vosotros. Sabéis, en efecto las instrucciones que os dimos de parte del Señor Jesús.

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 21,25-28.34-36


En aquel tiempo Jesús dijo a sus discípulos: "Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, angustias de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y de las olas, muriéndose los hombres de terror y de ansiedad por las cosas que vendrán sobre el mundo; porque las fuerzas de los cielos serán sacudidas.
 
Y entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube con gran poder y gloria. Cuando empiecen a suceder estas cosas, cobrad ánimo y levantad la cabeza porque se acerca vuestra liberación." "Guardaos de que no se hagan pesados vuestros corazones por el libertinaje, por la embriaguez y por la preocupaciones de ka vida, y venga aquel Día de improvisto sobre vosotros, como un lazo; porque vendrá sobre todos los que habitan toda la faz de la tierra.
 
Estad en vela, pues, orando en todo tiempo para que tengáis fuerza y escapéis a todo lo que está para venir, y podáis estar en pie delante del Hijo del hombre."

 
Primera lectura: (Jeremías 33, 14-16)

Marco: Jeremías 26-35 contiene una serie de "profecías de felicidad". La nueva alianza es la cumbre espiritual del libro de Jeremías. Jeremías 33,14-26 anuncia y describe las instituciones del futuro pueblo mesiánico en la misma forma que Zc 4,1-14; 6,13.

Reflexiones

1ª) ¡La nueva alianza en el interior del hombre!

Vienen días, oráculo del Señor, en que yo sellaré con el pueblo de Israel y con el pueblo de Judá una alianza nueva... Pondré mi ley en su interior; la escribiré en su corazón; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.


Recoge tres puntos fundamentales para la esperanza del pue-blo de Dios: la iniciativa divina del perdón de los pecados; la responsabilidad y la retribución personal; la interiorización de la religión ya que la Ley deja de ser un mero código exterior para convertirse en una inspiración que alcanza al "corazón" del hombre, bajo la acción del Espíritu Santo.

Jeremías invita a la interioridad porque en el interior del hombre se realiza su personalidad y madura la fe y la esperanza que conducen a un compromiso coherente en la existencia cotidiana para humanizarla.

Hoy como ayer es necesario insistir con la palabra y el testimonio en el valor de la interioridad del hombre donde se encuentra a sí mismo y se puede encontrar con Dios. Hoy estamos envueltos en mucho ruido, exteriorización y dispersión. El hombre moderno tiene miedo al silencio y a la soledad interior.

2ª) ¡La inquebrantable fidelidad de Dios es la garantía de la esperanza!


Mirad que vienen días en que cumpliré la promesa que hice a la casa de Israel y a la casa de Judá. En momentos graves para el futuro de Israel, como fue el asedio de Jerusalén y cuyas consecuencias fueron decisivas para los habitantes de Judá, el profeta invita a reavivar la esperanza.

Las circunstancias que provocaron el exilio de Babilonia fueron graves porque el pueblo (vasallo) había quebrantado la alianza con su Dios (soberano*). La destrucción de Jerusalén y la deportación a Babilonia supuso un duro golpe para el pueblo de Dios. Pero Dios, fiel a sus promesas y a su alianza, no se alejó sino que siguió presente, aunque oculto en medio de su pueblo. Porque es Dios y no un hombre, santo en medio de su pueblo y fiel a sí mismo.

Es propio del ser de Dios la fidelidad por encima de las resistencias y contradicciones de los hombres. Dios no se desdice de sus promesas: Los dones y la llamada de Dios son irrevocables (Rm 11,29). Hoy necesita la Iglesia y el mundo escuchar palabras como éstas. Dios está ahí, comprometido con la historia del hombre, con la historia de su pueblo. Y la historia se realiza paso paso, en lo cotidiano, en lo rutinario de cada día y no sólo en los grandes acontecimientos. Precisamente por eso garantiza realmente la esperanza.

3ª) ¡Los tiempos de salvación son tiempos de justicia y derecho!


Suscitaré a David un vástago legítimo, que hará justicia y derecho en la tierra. Y le llamarán así: "Señor-nuestra-justicia". El cumplimiento de la promesa hecha a David estará en co-herencia con los deberes principales exigidos al rey, es decir, velar y asegurar los derechos de los más débiles de la sociedad: el huérfano, el forastero y la viuda.

El rey ideal, sucesor y heredero de David, realizará este proyecto de un modo perfecto. Somos herederos de David, la Iglesia entera, por tanto hay que poner manos a la obra para hacer posible y eficaz en el mundo los proyectos del Dios de justicia y de paz. Los creyentes, inmersos en el mundo con la esperanza anclada en la bondad y poder de Dios, deben asumir este compromiso como signo visible de la autenticidad de una vida creyente.

Y esta tarea debemos realizarla mientras avivamos cada día nuestra esperanza. Sólo aparecerá auténtica nuestra esperan-za cuando tomemos con seriedad la justicia y la paz. Dios es la raíz, el agente y el modelo de toda paz y justicia. Dios se interesa por la felicidad del hombre.

Segunda lectura: (1 Tesalonicenses 3,12-4,2)


Marco: El marco general de esta carta está dominado por la intensa esperanza en la segunda venida del Señor. El fragmento que se proclama ahora se enmarca en unas exhortaciones relacionadas con la parusía del Señor. A los hermanos de Tesalónica les preocupaba el destino de los que morían que era para ellos un problema vital.

Reflexiones

1ª) ¡Mientras esperamos la Vuelta del Señor debemos explotar al máximo el don del amor!

Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos y que así os fortalezca internamente. Mientras vamos de camino, alentados por la esperanza, no vamos solos sino que caminamos en comunidad, en pueblo. La herencia que esperamos es la propia de los hijos de Dios.

Esta espera debe estrechar nuestros lazos fraternos durante el camino que debemos realizar en comunión, con alegría y seguridad. Compartir en un amor fraterno que supera todas las diferencias, pero aceptándolas, garantiza la realización del camino. La esperanza será colmada al final. Es necesario testimoniar en nuestra vida diaria la autenticidad de la esperanza en una experiencia de amor fraterno hasta el don de la propia vida.

2ª) ¡Hay que seguir adelante!

Habéis aprendido de nosotros cómo proceder para agradar a Dios: pues proceded así y seguid adelante. Es necesario tener la mirada fija en la meta y seguir adelante. El camino es arduo, duro y no pocas veces desilusionante. Pero tenemos la seguridad de la presencia de Dios que acompaña el camino de los suyos cuando permanecen en marcha. El camino de la esperanza se encarna y cristaliza en la visión nueva de lo cotidiano, de lo incomprensible, de lo desconcertante.

Y a todos nos asalta la tentación del desaliento, del “no hay nada que hacer”, del “todo está perdido”. Para Dios nada está perdido, todo tiene respuesta y sentido; el túnel oscuro de nuestra dolorosa experiencia se abre a un extenso valle luminoso. Escribía Pablo desde la cárcel a sus estimados filipenses:

No pretendo decir que haya alcanzado la meta o conseguido la perfección, pero me esfuerzo a ver si la conquisto, por cuanto yo mismo he sido conquistado por Cristo Jesús. Yo, hermanos, no me hago ilusiones de haber alcanzado la meta; pero, eso sí, olvidando lo que he dejado atrás, me lanzo de lleno a la consecución de lo que está por delante y corro hacia la meta, hacia el premio al que Dios me llama desde lo alto por medio de Cristo Jesús... En todo caso permanezcamos firmes en lo que hemos alcanzado.

Evangelio: (Lucas 21,25-28)

Marco: El contexto es el discurso escatológico en la versión lucana. Sabemos que el género apocalíptico tiene sus propias claves de interpretación de la historia. Se hace presente en momentos difíciles; es una interpretación de la historia desde la fe; intenta ser consolador en las tragedias humanas; esta consolación es para el presente, aunque abierto al futuro. La característica de Lucas es que interpreta en clave histórico-salvífica la tensión apocalíptica.

Reflexiones

1ª) ¡Es necesario asumir la tragedia de la humanidad!

Los hombres quedarán sin aliento por el miedo, ante lo que se le viene encima al mundo. En los primeros pasos de la Iglesia pascual el clima de expectación escatológica era muy intenso. Durante bastante tiempo predominó en la experiencia de fe y sacramental de la Iglesia. La seguridad de que Jesús volvería glorioso daba sentido a su existencia.

Esta tensión escatológica no se perdería, pero recibiría interpretaciones complementarias para la vida de los discípulos. La liturgia de la Palabra y la sacramental de este primer domingo nos invita a dirigir la mirada a la vuelta gloriosa del Señor (es el sentido original del Adviento). Esta mirada no nos exime de asumir la tragedia del mundo.

Un verdadero creyente ha de estar inmerso en el mundo «compartiendo los sufrimientos y carencias, las alegrías y las esperanzas de todos los hombres.» Sólo desde esta solidaridad humana puede transmitir al mundo una palabra evangélica creíble, razonable, aceptable y con sentido. El verdadero sentido de la encarnación exige esta actitud doble: encarnación en nuestro mundo con un mensaje que abre caminos de plenitud humana en él, sin perder la esperanza en la plena realización final. Teleología* es la palabra clave: enraizados en el mundo y, a la vez, lanzados hacia la eternidad. Los hombres necesitan el testimonio vivo de los creyentes.

2ª) ¡Levantad la cabeza!

Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación. Lucas tiene su propia visión de la escatología, es decir, la interpreta en sentido histórico-salvífico: el Señor volverá, pero dirige ya la historia hacia su meta segura y firme; el Señor volverá gloriosamente, pero más tarde. En el entretanto, es decir, en este momento y en cada momento de la historia, es necesario poner en acción el don de la esperanza, acompañada por la "paciencia-aguante" para mantenerla firme.


La primera invitación que nos hace el Señor es estar atentos a no caer en la trampa de los fantasiosos milenarismos. Es en el duro quehacer de cada día, iluminado por la Palabra de Dios y fortalecido con la oración y los sacramentos, donde se curte y se realiza la verdadera esperanza del creyente. La meta es el final de un camino y hay que recorrerlo con la Iglesia en medio del mundo y acompañados por el Maestro Jesús.

3ª) ¡Estad siempre despiertos!

Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir, y manteneos en pie ante el Hijo del hombre. Nos había advertido ya el Maestro: nadie puede servir a dos señores. Es cierto que el creyente, como hombre o mujer que es, comparte la existencia humana, en todos sus avatares, con los demás hombres y mujeres.


Es cierto también que el creyente vive inmerso en el mundo y es sinceramente humano. Pero ha recibido la gracia de la fe y de la esperanza que le permiten interpretar esa misma historia humana en clave diferente, es decir, desde el amor gratuito de Dios. Y esta gratuidad le exige una seria vigilancia para no perder el camino. Por eso la esperanza, además de empujar a la solidaridad, lleva consigo una seria exigencia.

En la introducción se decía que el Adviento es el ciclo espiritual que nos invita a ahondar en la llegada, o en la venida, del Reino de Dios. Los primeros cristianos especialmente y también los de otras épocas y los de la época actual en el Adviento ahondamos en la venida de Jesús y el Reino y promovemos su venida definitiva.

Es lo que los cristianos de la primera generación llamaban preparar la “Parusía”. “Parusía” era en el lenguaje civil la “venida” o “llegada” del emperador con pompa y boato. Pero “Parusía” era para los seguidores de Jesús su llegada definitiva y la instauración en el mundo de un nuevo orden, nada parecido al anterior, donde se diera de verdad el cumplimiento de los derechos humanos. Donde “los jefes de las naciones no dominen sobre ellas y los poderosos no hagan sentir su autoridad” (Mt.20,25-27)

·         La “llegada” a nivel personal


Siempre ha estado ahí ese anhelo, esa mirada, esa pregunta por la llegada a cada corazón. No siempre sabemos ponerle nombre, pero, tenemos sed de Jesús, de justicia, de respuestas, sobre todo, de amor. De un amor radical, profundo, incondicional y eterno. En este tiempo de Adviento se nos recuerda que Jesús y su Reino están viniendo a nuestro corazón.

En este tiempo de Adviento se nos pide un toque de atención para no distraernos con anhelos que se agotan pronto, con hambres que no nos satisfacen, con motivos que nos entretienen pero no nos dan sentido. San Agustín llamaba a esta búsqueda “corazón inquieto”: “nos has hecho para Ti y nuestro corazón está inquieto hasta que repose en Ti”. En Adviento vamos a dar alas a ese anhelo de absoluto que no puede resolverse en el tiempo y el espacio pero que si puede mostrarse ya en pequeñas actitudes que vamos a ir poniendo en nuestra vida.

·         La “llegada” a nivel social


Hace unos meses la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española publicó un documento titulado “Iglesia servidora de los pobres”. Después de muchos años esperando los cristianos españoles una palabra de la Iglesia ante la situación social ésta llegó tras los nuevos aires impulsados por el Papa Francisco.

En ella se presentan las situaciones de pobreza de nuestro mundo y las situaciones de corrupción y empobrecimiento en valores. Y luego se ponen unos principios de la Doctrina Social que emanan del evangelio. Y se esbozan algunas propuestas para llevar a cabo desde la fe. En tiempos de Adviento que van a ser tiempos de elecciones (en España) es obligado rastrear la llegada del Reino acompañados por la lectura de este documento para tomar la opción política que creamos que más contiene los valores del Reino.

Pero no acaba todo en el voto, no voto o la abstención. En nuestros barrios tenemos ONGS, asambleas de acción civil, demandas a nivel familiar o vecinal que nos están pidiendo nuestra solidaridad.

·         La” llegada” del Reino a nivel global


También hace unos meses el Papa Francisco publicó su encíclica “Laudato si” sobre el cuidado de la casa común que es nuestro mundo. En ella se pregunta cómo es posible que se pretenda construir un futuro mejor sin pensar en la crisis del ambiente y en el sufrimiento de los excluidos. “El desafío urgente de proteger nuestra casa común incluye la preocupación de unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral, pues sabemos que las cosas pueden cambiar.

El Creador no nos abandona, nunca hizo marcha atrás en su proyecto de amor, no se arrepiente de habernos creado. La humanidad aún posee la capacidad de colaborar para construir nuestra casa común. Deseo reconocer, alentar y dar las gracias a todos los que, en los más variados sectores de la actividad humana, están trabajando para garantizar la protección de la casa que compartimos.

Merecen una gratitud especial quienes luchan con vigor para resolver las consecuencias dramáticas de la degradación ambiental en las vidas de los más pobres del mundo (Laudato si, nº 13). El ámbito de la miseria y de la degradación del medio ambiente también es un espacio que requiere nuestra reflexión y compromiso político y social alentado por las palabras del Papa Francisco.

·         La “llegada” a nivel eclesial


Es evidente que la llegada del Papa Francisco ha supuesto la entrada de un aire fresco por las puertas y ventanas de la Iglesia.” Evangeli Gaudium” recogió su programa. Hace falta que personas y comunidades recojamos su legado y allí donde se desenvuelve nuestra vida cristiana cada día hagamos posible que estás palabras tomen cuerpo.

Hay ámbitos que deben crecer: la renovación de nuestras celebraciones litúrgicas, la profundización en la palabra de Dios mediante la “lectio divina”, la promoción de la mujer y del laicado en nuestras parroquias y comunidades, la democratización de nuestras parroquias y comunidades, la opción preferencial por los pobres, la creación de comunidades vivas.

La presencia de Jesús y su Reino se debe notar en estas cosas. Lo mismo que debe notarse en nuestras “iglesias domesticas”. La familia ha de ser un espacio de vivencia y educación en los valores de Jesús, poniendo un especial énfasis en la igualdad de hombre y mujer, en la educación en la fe de los hijos, en la apertura a las necesidades que nos rodean, y en el especial cuidado de los mayores. El reciente Sínodo de la Familia nos dará pautas para acercarnos con cariño a aquellas familias que necesiten una especial atención.

·         La “llegada” a nivel de la familia dominicana


Estamos celebrando el Jubileo por los 800 años de aprobación de la Orden Dominicana, buen regalo del cielo para nuestro mundo. Bueno sería renovar nuestro carisma de “enviados a predicar el evangelio” reconociendo la presencia del Reino y de Jesús en los orígenes de la Orden y en las tareas actuales , ejerciendo nuestro carisma de dominicos y dominicas, laicos/as y religiosos/as en diálogo con nuestro mundo actual y en la opción por los más pobres de nuestro mundo.

He aquí, pues, unas tareas para nuestra espiritualidad de Adviento.



 
SENOR JESUS BENDICE A NUESTRA PATRIA

 

 

1 comentario:

  1. Es evidente que la llegada del Papa Francisco ha supuesto la entrada de un aire fresco por las puertas y ventanas de la Iglesia.” Evangeli Gaudium” recogió su programa. Hace falta que personas y comunidades recojamos su legado y allí donde se desenvuelve nuestra vida cristiana cada día hagamos posible que estás palabras tomen cuerpo.

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