Es pertinente señalar que esta crisis puede darse también antes de la mediana edad, período que va de los 35 a los 50 años aproximadamente.
La mitad de la vida es un trance de angustia, incertidumbre, es como estar en medio de algo que ya paso y algo que esta por venir. Es un trance en el que si no se hubiera descubierto el inconciente sería la ocasión para descubrirlo, es una lucha con las fuerzas ocultas que estando presentes y actuantes no han sido registradas en forma consiente. En un momento dado de este proceso se pasa a tener un ligero indicio de nuestra propia limitación, caducidad y temporalidad.
Esta nueva vivencia nos coloca en una situación de aturdimiento, a punto tal que Tauler nombra a esta crisis como“una cuestión religiosa” porque es filosóficamente hablando una crisis de existencia. Se plantea el sentido de la vida, el sentido del todo, del absoluto, de la unión, del universo ,de cuestiones fundamentales , de nuestro ser.
Desde el plano psicológico, la mitad de la vida pide una madurez que conduce a la salud, desde el plano religioso la mitad de la vida pide una purificación y profundización que conduce a un nuevo estadio espiritual.
Descubrir el mundo interior es una gran y ardua tarea que hasta el momento estuvo tapada por innumerables “distracciones”.
I. La superación de la mitad de la vida (Johannes Tauler)
Se permanece cerrado en si mismo o nos abrimos... a descubrir el camino de sanación. El camino para Tauler es el vaciar, es el despojarse...para encontrar el “fondo de la propia alma”,imagen de lo mas intimo del hombre. No vasta con el hacer propio o el hacer religioso. La condición del Camino es la entrega.
Ante la crisis que nos provoca dolor, angustia, apretura, vacío, indiferencia, agotamiento y el no tener paz, el ser humano “reacciona” de diferentes formas.-
1. La Huida
a) Consiste en negarse a dirigir su mirada al interior de si mismo. Proyecta el descontento de si mismo hacia fuera y obstruye con reformas exteriores la entrada al fondo de su alma.
b) La otra forma es aferrarse a lo externo. No se ocupa de los demás, del entorno, sino que se encierra en si mismo.-
c) La tercera forma de huída es adquirir nuevas formas de vida probando diferentes prácticas religiosas o diferentes tipos de disciplinas.-
Podemos concluir que la reacción de huída es comprensible, es difícil trascender el dolor pero sabemos también que experimentando el dolor tal cual es, se lo trasciende y se evoluciona.
2. Inhibición:
Otra forma de reacción ante la crisis es detenerse, inhibirse ante cualquier exigencia, quedándose en la actual manera de vivir.
En el plano psicológico, la persona se “atrinchera”en grandes fundamentos inamovibles para ocultar la angustia interior.
En el plano religioso se puede decir que se da en el endurecimiento dogmático (por ejemplo se cumplen fielmente los deberes religiosos).-
Ambas fijaciones esquivan la angustia que provoca la crisis interior.
Conocerse a si mismo:
La crisis de la mitad de la vida nos coloca ante la exigencia del autoconocimiento que a la vez sería una ayuda para superarla. El camino del autoconocimiento esta para Tauler “en la marcha al interior”, la vuelta al propio fondo del alma.
A veces la interioridad del ser, esta tan cubierta que es inaccesible, por lo cual es muy difícil aprender de las nuevas vivencias positivas o negativas.
Generalmente todos lo que acontezca ayude mas a su propia reafirmacion, por lo que será un obstáculo para trascender el proceso.
En estos casos existe siempre una mirada afilada para las debilidades de los demás, no así para lo propio. En psicología se denomina esto como “proyección”, proyecto mis debilidades en los otros y no las puedo reconocer en mi mismo
Debemos tranquilamente “dejar caer” nuestra autosatisfacción y autojustificacion y entregarnos a la acción de Dios que realiza en esta “nuestra apretura”.
Serenidad: Junto con el conocimiento de si mismo, otra ayuda para superar la crisis es la serenidad. No piense en una serenidad y paz estoica que no se deje conmover por nada, sino que se refiere a la capacidad de entregarse a si mismo.
El hombre tiene que elaborar muchas cosas para que le vaya bien, tiene que dejar el mal, la obstinación, la arbitrariedad. Pero también tiene que renunciar a “lo bueno”, en tanto y en cuanto impida el progreso, “pues lo bueno” puede ser enemigo de lo mejor e impedir el avance del hombre en su camino hacia Dios (trascendencia, su ser, conocimiento interno).
Serenidad no significa que se tiene y se goza la propia paz. La genuina paz nace solamente de la “no paz” de la purificación en la apretura. Para madurar, para llegar al propio fondo del alma, es preciso pasar a través de la “estrechura de dos piedras”. En un momento hay que tener valor de pasar a través de la estrechura aunque se pierda la piel antigua, incluso se sufren heridas y erosiones.
Las decisiones aprietan. Pero sin atravesar esa angostura no se madura, no se renueva. El hombre exterior tiene que ser raspado para que el interior se renueve día tras día.-
El nacimiento de Dios:
Las penurias y apreturas de la crisis de la mitad de la vida son para Tauler los dolores de parto del “nacimiento de Dios” en el hombre (SER evolucionado-SER-SI MISMO)
El nacimiento de Dios en el hombre es el objetivo del camino espiritual.
El peligro en la crisis es cuando se intenta evitar la opresión volviéndose hacia el exterior mediante la actividad cualquiera sea.“ Venga lo que venga, de afuera o de adentro, dejarlo salir sin buscar consuelo, pues así te liberarás seguro.”
“El alma debe establecer paz y silencio en su interior y recogerse en sí, esconderse y cobijarse en el espíritu ante los sentidos y huir de lo sensible y disponer dentro de sí un lugar de silencio y de descanso interior”.
La vida de “Dios” es el despertar de un corazón abierto, un corazón maduro y sabio, bondadoso y lleno de amor.
II. El enfoque psicológico (C.G.Jung):
Jung cambia la perspectiva de la psicología. No se limita a los métodos de la ciencia empírica. A través de su experiencia, comprueba en sus consultas que la mayoría de los problemas del hombre que han pasado los 35 años son de” naturaleza religiosa”.
Así como Freud es el psicólogo de la primera mitad de la vida, Jung lo es en la segunda mitad.-
1.- El proceso de Individuación.
Es aquel proceso que produce un individuo psicológico, una unidad, un todo (independiente e indivisible). Este proceso tiene dos fases: la de expansión en la primera mitad de la vida y la de introversión en la segunda mitad.
En la primera parte de la vida se va formando un “yo conciente”. Un “yo” que debe encontrar en el mundo su sitio y poder afirmarse. Para ello desarrolla “una persona”.
Dado que el hombre en la primera mitad de vida se cuida de fortalecer su yo y construir una persona firme, descuida otras dimensiones .Las crisis se encargan de sacar a la luz estas estructuras y como consecuencia de esto sale”a la luz” la sombra, o sea la parte reprimida. La sombra no pertenece por lo tanto simplemente a la parte oscura y negativa, sino también a la positiva.
Cuando el hombre más cultiva una cualidad, su contraria actúa más fuertemente en el inconsciente.
Junto a la sombra personal el hombre tiene en si mismo una sombra colectiva en la que esta incluido todo lo malo y lo oscuro de la historia de la humanidad.-
Mientras el yo es solo lo conciente, la sombra es lo inconsciente.
El “si” mismo (Das Selbst) comprende ambos: lo conciente y lo inconciente, esto sucede en la medida en que cada vez más lo inconciente se haga conciente y “se integre”.
Problemas de la mitad de vida
1. Relativización de una persona:
La afirmación de la persona se hizo a costa de una represión del inconciente. Ahora, en la mitad de la vida, brota el inconciente y entra la inseguridad, pierde el equilibrio.
La pérdida de equilibrio para Jung es algo útil porque exige un nuevo equilibrio.-
Una reacción frecuente para defenderse de la inseguridad es aferrarse a otras cosas como por ej. la profesión, el título, etc....-
La profesión “es” tan seductora que representa una compensación barata a una personalidad deficiente.-
El hombre que se encuentra en la mitad de la vida deberá dejar de escuchar las expectativas del mundo y prestar su oído a la voz interior.
2. Aceptación de la sombra:
Jung considera el todo de la vida humana como un conjunto de contradicciones, frente al conciente está el inconciente, frente a la luz, la sombra, frente al animus, el ánima.
No llega el hombre a su plenitud, es decir no se desarrolla hasta el “sí mismo”, si no consigue integrar las contradicciones en lugar de eliminarlas.
La otra reacción ante el problema de las contradicciones que surgen, es el echar por la borda los valores que hasta el momento de la crisis tuvieron vigencia.
En el momento que aparecen como error las convicciones presentes, falsedad en vez de verdad, odio cuando había amor; se abandonan los ideales vigentes y se intenta seguir viviendo en contradicción con el anterior yo.
En la segunda mitad de la vida se trata …”no de una conversión a lo contrario si no del mantenimiento de los valores antiguos a la vez que se reconocen sus contrarios…”.-
3. La integración del ánima y del animus:
El problema de la oposición se manifiesta en el cambio de la edad en que el varón y la mujer toman los rasgos del otro sexo.-(o sea surge la energía opuesta reprimida, en la mujer surge la energía masculina y en el varón la energía femenina.
Jung cree, así parece, que lo masculino y lo femenino es como una reserva determinada de sustancias, el varón consume en al primera mitad de la vida (para afirmarse), parte de su potencial varonil de tal modo que le queda luego casi solamente sustancia femenina.-
Si se investiga cuidadosamente, se puede apreciar que lo que se ha hundido es el hasta entonces, estilo masculino y ha quedado un varón afeminado. Por otra parte se observa en mujeres, como desarrollan en estos años, una masculinidad no común y una firmeza de inteligencia que dejan el corazón y los sentimientos en segundo plano.
Jung llama a estos principios femeninos y masculinos “ánima” y “animus”.
Toda persona lleva en si ambos. En la primera mitad de la vida desarrolla solo una parte mientras que la otra queda reprimida en el inconciente. Si el varón acentúa su masculinidad, el ánima se retira al inconsciente.
Entre las mujeres el animus reprimido se manifiesta en opiniones tenaces.- Si el varón no admite sus rasgos femeninos, como ser sus sentimientos, lo creativo y delicado entonces lo proyecta en las mujeres y así les fascina. La proyección provoca fascinación.
En la segunda mitad de la vida se le pide al hombre que abandone la proyección; esta confesión no es fácil para un varón, Jung piensa que se necesita gran fuerza y penosa sinceridad consigo mismo para reconocer las sombras.
Lo inconciente que se le aparece al hombre en su anima no carece de peligros solo puede llevar inseguridad y confusión. Por esto el hombre necesita de protección para poder encontrar a su inconciente de un modo que le sea útil.
Esta defensa según Jung se la ofrece la religión con sus símbolos, la religión recoge lo intuitivo y lo creador del ánima; pues sin las fuerzas del ánima, el hombre pierde vivacidad, flexibilidad y humanidad.
Lo que el varón tiene que aprender a hacer con su ánima, la mujer lo tiene que aprender a hacer con su animus.
Debería usar el animus como puerta de entrada a su propio inconciente y para así conocerlo.
Cuando sus opiniones no sean sólidas ni se basen en convicciones firmes, la mujer debería investigarlas críticamente y averiguar su procedencia, así es como podrá descubrir los pre-supuesto inconciente de sus opiniones aparentemente fundados en la razón.
De este modo el animus se convierte en puente hacia el inconciente en el que se encuentran las fuerzas creadoras que son necesarias para alcanzar el “si mismo” (Das Selbst).-
4. Desarrollo del sí mismo en la aceptación de la muerte y en el encuentro con Dios
El verdadero problema que el hombre se enfrenta en la mitad de su vida es en última instancia, su actitud ante la muerte. Solo cuando el hombre cree en la supervivencia después de la muerte, la muerte, es un objetivo razonable. Solo entonces tiene sentido la segunda mitad de la vida.
La mitad de la vida, el hombre tiene que familiarizarse con su muerte, tiene que ser conciente del descenso de la curva biológica de su vida, para dejar ascender su línea psicológica en dirección a su individuación.
Dice Jung: de entre todos mis pacientes que habían pasado la mitad de la vida, no había ninguno en el que el problema decisivo no fuera “su actitud religiosa” (conflicto existencial). Asunto que no tiene que ver con una confesión determinada o de pertenencia a una iglesia.
La introversión que Jung exige en la mitad de la vida se realiza en “la meditación y la ascesis”. “Soledad y ayuno voluntario” son para Jung “los medios conocidos “desde lo antiguo, para proteger aquella meditación que debe abrir paso al inconsciente.
El resultado de la experiencia de los hombres que pasan por la crisis de la mitad de la vida, que se dejan transformar por Dios en esa crisis, la resume Jung así:
Esos hombres se encontraron a si mismos, supieron aceptarse a si mismos, fueron capaces de reconciliarse consigo mismo y por ello se reconciliaron también con las circunstancias y los acontecimientos contradictorios.
El hombre desde la mitad de su vida debe, así lo exige Jung, dedicarse con todas sus fuerzas espirituales a la tarea de SER-SI-MISMO.
La vida humana puede compararse con el recorrido del sol. Para el hombre esto significa el reconocimiento de la curva vital que desde su mitad ha de ajustar a la realidad interior en lugar de a la realidad exterior.
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