lunes, 23 de noviembre de 2015

¿Quién subirá al monte del Señor?

 

 

 

Ser Cristiano Significa Ser como Cristo


¿Quién subirá al monte del Señor? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón; el que no ha elevado su alma a cosas vanas, ni jurado con engaño. (Salmos 24:3-4).
 
¿Qué significa ser cristiano? Es ser semejante a Cristo; consiste en realizar las obras de Cristo. Algunos fallan en un punto, otros fallan en otro. Algunos son impacientes por naturaleza. Satanás comprende sus debilidades y se las arregla para vencerlos vez tras vez.
 
Pero que nadie se desanime por esto. Cada vez que aparezcan pequeñas molestias y pruebas, pídanle a Dios en oración silenciosa que les conceda fuerzas y gracia para soportarlas pacientemente. Hay poder en el silencio; no pronuncien una sola palabra mientras no hayan elevado sus peticiones al Dios del cielo.Si así lo hicieran siempre, pronto dominarían su temperamento impaciente y tendrían aquí un pequeño cielo como anticipo del más allá.
 
Dios desea que su pueblo tenga manos limpias y corazones purificados. ¿Será posible que esto los haga infelices? ¿Acarrearía infelicidad a sus familias el hecho de que fueran bondadosos y pacientes, corteses y tolerantes? Lejos de ello. La bondad que manifiesten hacia sus familias se reflejará sobre ellos mismos.
 
Esta es la clase de obra que debería llevarse a cabo en el hogar. Si los miembros de una familia no estan preparados para vivir en paz aquí, tampoco están preparados para formar parte de la familia que se reunirá alrededor del gran trono blanco. Invariablemente el pecado produce oscuridad y esclavitud; pero el bien hacer produce paz y santo regocijo.
 
En el día de la aflicción, cuando el enemigo nos presione, caminaremos entre los ángeles. Ellos serán como un muro de fuego alrededor nuestro; y algún día caminaremos a su lado en la ciudad de Dios.
 
Nunca ha habido un tiempo cuando el pueblo de Dios haya tenido mayor necesidad que ahora de reclamar sus promesas. Que la mano de la fe pase a través de la oscuridad y se aferre del brazo del poder infinito.
 
Mientras nos referimos a la necesidad de separarnos del pecado, recordemos que Cristo vino a nuestro mundo a salvar a los pecadores y que “puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios” (Hebreos 7:25). Es privilegio nuestro creer que su sangre puede limpiarnos de toda mancha de pecado. No debemos limitar el poder del Santo de Israel.
 
El quiere que acudamos a él tal como somos, pecadores y contaminados. Su sangre es eficaz. Les ruego que no contristen al Espíritu Santo continuando en pecado. Si caen ante la tentación, no se desanimen. La siguiente promesa resuena a través del tiempo hasta llegar a nosotros: “Si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo” (1 Juan 2:1).
 
Yo siento que de nuestros labios mortales debería ascender un constante himno de acción de gracias por esta promesa. Coleccionemos estas preciosas joyas de promesas, y cuando Satanás nos acuse de nuestra gran pecaminosidad, y nos tiente a dudar del poder de Dios para salvar, repitamos las palabras de Cristo: “El que a mí viene, de ningún modo le echo fuera”.
 
 




1 comentario:

  1. Yo siento que de nuestros labios mortales debería ascender un constante himno de acción de gracias por esta promesa. Coleccionemos estas preciosas joyas de promesas, y cuando Satanás nos acuse de nuestra gran pecaminosidad, y nos tiente a dudar del poder de Dios para salvar, repitamos las palabras de Cristo: “El que a mí viene, de ningún modo le echo fuera”.

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