miércoles, 25 de noviembre de 2015

"El poder de Su sangre"

 


 
 
 
 


El tema para este año fue "El poder de Su sangre", de la sangre de nuestro Señor Jesucristo; pues consideramos que necesitamos proclamar y anunciar Su valor, Su poder e importancia, en estos tiempos, cuando nuestro país sufre el peor derramamiento de sangre inocente, en nuestras calles, en nuestras casas y sociedad.  

El reino de la muerte y de las tinieblas ha querido levantarse en nuestra nación y creemos que nosotros, la Iglesia de Jesucristo, debemos levantarnos en esta hora oscura y proclamar el Evangelio de Jesucristo y el poder de Su sangre contra todo pacto de sangre, de sacrificio humano o animal, que se haya hecho para esclavizar a los pobladores de nuestra nación bajo el reino de las tinieblas.

EL PODER DE LA SANGRE HUMANA
 
 
 
Para poder abordar y estudiar el complejo tema de las funciones y beneficios de la sangre humana, existe una especialidad dentro de la medicina que se llama la Hematología.  Y esta especialidad comenzó a desarrollarse a partir de 1628, cuando el Dr. William Harvey, propuso en su artículo "Sobre la circulación de la sangre" (On the circulation of the blood), que la vida estaba en la sangre.  Una verdad que Dios se la había revelado a Noé miles de años atrás:
"Todo lo que se mueve y vive, os será para mantenimiento: así como las legumbres y plantas verdes, os lo he dado todo. Pero carne con su vida, que es su sangre, no comeréis. Porque ciertamente demandaré la sangre de vuestras vidas; de mano de todo animal la demandaré, y de mano del hombre; de mano del varón su hermano demandaré la vida del hombre. El que derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada; porque a imagen de Dios es hecho el hombre" (Gén. 9,3-6).

Ya la ciencia ha comprobado que este vital y misterioso fluido circula alrededor de todo el cuerpo cada veintitrés (23) segundos y está en constante movimiento, circulando por el corazón, las arterias, venas y vasos capilares.  Y Dios creó al ser humano, de tal manera que su vida dependiera de la circulación de este vital fluido; y estableció, como hemos visto, que la vida de la carne está en la sangre.

A diferencia de las células, que se mantienen fijas en los respectivos órganos o tejidos del cuerpo, la sangre, impulsada por los latidos del corazón, se mantiene en constante movimiento a través de todo el cuerpo, para abastecer de nutrientes a las células, y eliminar las toxinas o productos inservibles del cuerpo humano.

La médula ósea es la que produce toda la sangre existente, y es reciclada y limpiada por ella misma cientos de veces al día.  La sangre representa el 7% del peso del cuerpo.  Y de un adulto se pueden extraer 10 bolsas de sangre (pintas), que contienen 586 ml (medida británica) cada una.

La sangre es bombeada por el corazón y oxigenada por los pulmones.  Lleva nutrientes y oxígeno a las células, como también hormonas y otras sustancias; expulsa el dióxido de carbono y otros desechos de productos; y sus agentes atacan y destruyen los gérmenes y otros agentes invasores.

También la sangre es la que genera y nos da fuerza; hace posible el crecimiento de los huesos, músculos y todo el cuerpo; y como hemos visto es la protectora del cuerpo.  ¡La sangre es la línea de defensa interna del cuerpo!  
 
Combate las enfermedades, las bacterias, los gérmenes y los microorganismos dañinos.  La sangre juega un rol importante en nuestro sistema inmunológico y nos permite mantener una temperatura relativamente constante en el cuerpo.

Así que, definitivamente, la sangre es la precursora de la salud y del bienestar de nuestro cuerpo y de nuestro ser.  Dios la creó de una manera especial y la ciencia todavía no entiende completamente cómo funciona; pero todos coinciden que sin la sangre la vida termina.  Dios le ha asignado a la sangre cierta santidad que está misteriosamente conectada a la vida por Su propio decreto:
"Estatuto perpetuo será por vuestras edades, dondequiera que habitéis, que ninguna grosura ni ninguna sangre comeréis" (Levítico 3,17).

"Solamente que te mantengas firme en no comer sangre; porque la sangre es la vida, y no comerás la vida juntamente con su carne. No la comerás; en tierra la derramarás como agua. No comerás de ella, para que te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti, cuando hicieres lo recto ante los ojos de Jehová" (Deuteronomio 12,23-25).

Y el decreto apostólico para las iglesias gentiles mantiene la misma línea de pensamiento dictada por Dios desde el principio:
"Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis. Pasadlo bien" (Hechos 15,28-29).

Y el apóstol Pablo nos exhorta a que tengamos conocimiento y ejerzamos discernimiento sobre el valor, poder y santidad del cuerpo y la sangre de Jesucristo:
Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa.  Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí. Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen. Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados; mas siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo (1Corintios 11,28-32).

EL PODER DE LA SANGRE DE JESUCRISTO


Dicho lo anterior, ahora podemos avanzar en nuestro conocimiento y entendimiento del poder de la sangre de nuestro Señor Jesucristo.  El coro de un viejo himno lo declara:
"¡Hay poder, poder, sin igual poder,
en Jesús, quien murió!
¡Hay poder, poder, sin igual poder,
en la sangre que Él vertió!"


1. Por medio de Su sangre recibimos el perdón de nuestros pecados.
"Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados."
Mateo 26,27-28

"Con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz; el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados." Colosenses 1,3-14

2. Por medio de Su sangre somos lavados completamente y continuamente
"Y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre" Apocalipsis 1,5

"Pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado." 1Juan 1,7

"Y además de esto, roció también con la sangre el tabernáculo y todos los vasos del ministerio. Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión."
Hebreo 9,21-22

3. Por medio de Su sangre somos comprados, rescatados y liberados para nuestro Dios 
"Para la alabanza de la gloria de Su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia" Efesios 1,7

"El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados."
Col. 1,13-14

"Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros, y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios."
1Pe. 1,18-21

"Estén, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estén otra vez sujetos al yugo de la esclavitud.
Porque ustedes, hermanos, a libertad fueron llamados; solamente que no usen la libertad como ocasión para la carne (deseos egoístas), sino sírvanse en amor los unos a los otros.  Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo." Gálatas 5,1,13-14

4. Por medio de Su sangre somos justificados considerados inocentes ante Dios. 
"Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios."
Romanos 5,1-2

"Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira."  Romanos 5,8-9

"Nosotros, judíos de nacimiento, y no pecadores de entre los gentiles, sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado."  Gálatas 2,15-16

"Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe."  Efesios 2,8-9

5. Por medio de Su sangre nuestras conciencias son limpiadas.
"¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?"
Hebreos 9,14

"Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura." Hebreos 10,19-22
6. Por medio de Su sangre podemos vencer al enemigo.
"Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte." Apocalipsis 12,11

"Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre. Hebreos 2,14-15

"Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo Él en vosotros lo que es agradable delante de Él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén." Hebreos 13,20-21

7. Por medio de Su sangre somos parte del Nuevo Pacto de Dios.
Jesús les dijo: "De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. 
 
El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él. Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí. Este es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres comieron el maná, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente."
Juan 6,53-58

"Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí.  De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama." Lucas 22,20

"Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí. Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí."
1Corintios 11,25

8. Por medio de Su sangre somos hechos linaje de Dios y somos de la Familia y del pueblo de Dios.
"Porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre.  Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios." Efesios 2,18-19

"Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable." 1Pedro 2,9

"Y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra.  Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, Su padre, a Él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos.  Amén."  Apocalipsis 1,5-6


CONCLUSIÓN
 
Como podemos ver ¡la sangre de Cristo tiene poder!

En nuestro cuerpo corre nuestra sangre, esa sangre creada por Dios, que nos permite vivir, ser protegidos, sanados y fortalecidos; pero también, por todo nuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, corre la sangre preciosa de nuestro Señor Jesucristo, que, como hemos aprendido, es muchísima más poderosa que nuestra sangre, y la sangre de cualquier otro sacrificio.

Ante la enfermedad, las dificultades y las luchas contra nuestro adversario, debemos clamar por la sangre de Jesucristo; porque ¡la sangre de Cristo prevalece!  En Su Nombre y con Su sangre podemos vencer a nuestros enemigos.  Y el Señor nos prometió que ni las puertas de la muerte podrán detener el avance de Su Iglesia, en su proceso de proclamar el Evangelio del reino de Dios a todas las naciones.

¡La sangre de Cristo tiene poder!
¡La sangre de Cristo prevalece!
¡La sangre de Cristo permanece!
 
 
Oración de la Sangre de Cristo
 
 
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Señor Jesús, en tu nombre y con
el Poder de tu Sangre Preciosa
sellamos toda persona, hechos o
acontecimientos a través de los cuales
el enemigo nos quiera hacer daño.

Con el Poder de la Sangre de Jesús
sellamos toda potestad destructora en
el aire, en la tierra, en el agua, en el fuego,
debajo de la tierra, en las fuerzas satánicas
de la naturaleza, en los abismos del infierno,
y en el mundo en el cual nos movemos hoy.

Con el Poder de la Sangre de Jesús
rompemos toda interferencia y acción del maligno.
Te pedimos Jesús que envíes a nuestros hogares
y lugares de trabajo a la Santísima Virgen
acompañada de San Miguel, San Gabriel,
San Rafael y toda su corte de Santos Ángeles.

Con el Poder de la Sangre de Jesús
sellamos nuestra casa, todos los que la habitan
(nombrar a cada una de ellas),
las personas que el Señor enviará a ella,
así como los alimentos y los bienes que
Él generosamente nos envía
para nuestro sustento.

Con el Poder de la Sangre de Jesús
sellamos tierra, puertas, ventanas,
objetos, paredes,  pisos y el aire que respiramos,
y en fe colocamos un círculo de Su Sangre
alrededor de toda nuestra familia.

Con el Poder de la Sangre de Jesús
sellamos los lugares en donde vamos
a estar este día, y las personas, empresas
o instituciones con quienes vamos a tratar
(nombrar a cada una de ellas).

Con el Poder de la Sangre de Jesús
sellamos nuestro trabajo material y espiritual,
los negocios de toda nuestra familia,
y los vehículos, las carreteras, los aires,
las vías y cualquier medio de transporte
que habremos de utilizar.

Con Tu Sangre preciosa sellamos los actos,
las mentes y los corazones de todos los habitantes
y dirigentes de nuestra Patria a fin de que
Tu Paz y Tu Corazón al fin reinen en ella.

Te agradecemos Señor por Tu Sangre y
por Tu Vida, ya que gracias a Ellas
hemos sido salvados y somos preservados
de todo lo malo. 

Amén.




PADRE BENDICE A NUESTRA PATRIA



 
 

1 comentario:

  1. Ante la enfermedad, las dificultades y las luchas contra nuestro adversario, debemos clamar por la sangre de Jesucristo; porque ¡la sangre de Cristo prevalece! En Su Nombre y con Su sangre podemos vencer a nuestros enemigos. Y el Señor nos prometió que ni las puertas de la muerte podrán detener el avance de Su Iglesia, en su proceso de proclamar el Evangelio del reino de Dios a todas las naciones.

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