viernes, 20 de noviembre de 2015

DOMINGO XXXV


 

Domingo, 29 de noviembre de 2015


Primera lectura


Lectura del libro de Jeremías (33,14-16):

Mirad que llegan días –oráculo del Señor– en que cumpliré la promesa que hice a la casa de Israel y a la casa de Judá. En aquellos días y en aquella hora suscitaré a David un vástago legítimo, que hará justicia y derecho en la tierra. En aquellos días se salvará Judá y en Jerusalén vivirán tranquilos, y la llamarán así: Señor-nuestra-Justicia.

Palabra de Dios


Salmo


Sal 24

R/. A ti, Señor, levanto mi alma

Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas,
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres
mi Dios y Salvador. R/.

El Señor es bueno y recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes. R/.

Las sendas del Señor son misericordia y lealtad,
para los que guardan su alianza y sus mandatos.
El Señor se confía con sus fieles
y les da conocer su alianza. R/.


Segunda lectura


Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (3,12–4,2)

Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos, lo mismo que nosotros os amamos. Y que así os fortalezca internamente; para que, cuando Jesús nuestro Señor vuelva acompañado de todos sus santos, os presentéis santos e irreprensibles ante Dios nuestro padre. Para terminar, hermanos, por Cristo Jesús os rogamos y exhortamos: habéis aprendido de nosotros como proceder para agradar a Dios: pues proceded así y seguid adelante. Ya conocéis las instrucciones que os dimos en nombre del Señor Jesús.

Palabra de Dios


Evangelio


Lectura del santo Evangelio según san Lucas (21,25-28.34-36):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y del oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad, ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros temblarán. Entonces, verán al Hijo del Hombre venir en una nube, con gran poder y majestad. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación.»

Palabra del Señor

 


 

En el evangelio de hoy  se hace nuevamente de una advertencia para estar alertas y listos esperando al Señor.

 

No debemos dejar que nada nos distraiga o absorba tanto nuestra atención, al punto que olvidemos lo más importante, como es amar y servir al Señor con cada uno de nuestros actos.

 

No hay nada más importante en esta vida que la Misión encomendada.

 

Todo lo demás es accesorio y prescindible, a pesar que muchas veces nosotros vivos al revés, es decir que en la práctica tratamos de prescindir de Dios o más bien, vivimos como si eso fuera posible.

 

Lamentablemente llegamos a engañarnos, porque hay momentos en que la vida y sus posibilidades parecen ilimitadas…entonces, ¿por qué volver los ojos a Dios, cuando en realidad no lo necesitamos?

 

En tales ocasiones llegamos a sentir que Dios es un estorbo, un limitante, un ancla, una prisión. ¡Qué paradoja! Cuando es precisamente al revés.

 

Este es, pues, el famoso hedonismo que actualmente nos gobierna. La ciencia y la tecnología o más bien el progreso de las mismas, pareciera ilimitado y con ellos, el confort, la comodidad y el placer parecieran no tener fin.

 

Todo parece ser posible para el que tiene dinero. Ante tal perspectiva, la vida cotidiana, la rutina,  nos lleva muy pronto a olvidar de dónde venimos y a donde vamos.

 

Tenemos que estar en vela y orando, para tener fuerzas para escapar a todas estas tentaciones. Mantenernos en pie, para que así nos encuentre el Señor.

 

Realmente no hay mejor ejemplo, más crudo y real que el de la embriaguez.

 

Los que hemos tenido esta experiencia sabemos que en esos momentos no somos dueños de nuestros actos; entramos en un estado de inconsciencia, en el que cualquier cosa puede pasar. No somos dueños de nosotros, nos dejamos arrastrar, nos dejamos llevar.

 

En el momento hay un aparente disfrute, pero al día siguiente ni nos acordamos lo que paso. Podría ser tan bueno, que bien hubiera valido la pena por lo menos tenerlo registrado en la memoria, o tan malo, que al tomar conciencia podríamos sentirnos profundamente avergonzados, adoloridos y apenados por haber causado un mal irreparable…

 

No nos dejemos embriagar por el mundo, por nuestras preocupaciones, por la rutina. Debemos tener las riendas de nuestra vida y conducirla por donde debe ir…estando siempre ecuánimes y en pie.

Efesios 5:18-21


18 No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu,
19 hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones;
20 dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.

 

Oremos:

 

Señor, ayúdanos a mantenernos siempre libres de toda atadura, siempre libres para amarte y servirte.

 

No permitas que caigamos en las garras del maligno, que habrá de tentarnos con aquello que precisamente constituye nuestra mayor debilidad.

 

Mantennos ecuánimes y en pie.

 

 

 

 

 

                                


1 comentario:

  1. No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu,
    19 hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones;
    20 dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.

    ResponderEliminar