La perícopa del Evangelio de Hoy (Lucas 13,31-35) da lugar a una de las pequeñas iglesias más bellas que hay en TIERRA SANTA (JERUSALÉN), me refiero a la Iglesia del Dominus Flevit (es decir, "donde el Señor lloró") pues el Evangelio nos cuenta que Cristo, al divisar la ciudad de Jerusalén lloró sobre ella (lo refiere así LUCAS en 19,41-44), mientras que su lamento es idéntico tanto en LUCAS (en el Evangelio de hoy) como en MATEO (23,37-39):
¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como la gallina reúne bajo sus alas a los pollitos, y tú no quisiste!
Cuando uno visita TIERRA SANTA, ciertamente, cada uno de los distintos lugares, al margen de su conexión con la vida histórica del Señor, suscita sentimientos diferentes en cada uno de los peregrinos, ya que ello depende de la disposición interna de cada cual. Así, por ejemplo, siendo mi abuelo el que me enseñó de niño, a rezar el Padrenuestro, y ya había fallecido al tiempo de mi viajes, creía que me emocionaría al recordarle, en la llamada gruta del Padrenuestro, donde se dice que el Señor enseñó dicha oración a sus discípulos, y aunque ese lugar lo visitamos dos o tres días después de haber llegado, según programa, pues no fue así, donde me emocioné, rezando el Padrenuestro, acordándome de mi abuelo fue la primera vez que lo rezamos en la primera eucaristía celebrada por los peregrinos, que fue sin embargo en el Cenáculo (la capilla franciscana); ni que decir tiene que el Santo Sepulcro me dejó muy frío, aparte de la veracidad del sitio, no es que me tocara la fe especialmente ¡al fin y al cabo ya sabemos que estaba vacío! no soy como TOMÁS que necesite pruebas para saber que Cristo ha resucitado (de broma, en la cola para entrar al Santo Sepulcro, grité "¿Qué? ¡Que la tumba está vacía....!
¡Y hemos pagado este dineral para no ver nada....!", todo el mundo en la cola me rió la gracia, aunque no tanto el severo pope ortodoxo que vigilaba el acceso del recinto y el correcto fluir de la cola), y a sensu contrario, en el lugar del GÓLGOTA, yo -que soy un enamorado de la Cruz- me conmoví hasta la médula.
Así que os compartiré lo que sentí visitando el lugar al que se refiere el Evangelio de hoy. Se trata de la Iglesia de Dominus Flevit, como ya he dicho, llama la atención arquitectónicamente su forma, ya que se nos dijo que pretendía simular la forma de una lágrima, por aquello de ser el lugar sobre el que el Señor lloró sobre JERUSALÉN. La iglesia fue construida por el arquitecto ANTONIO BARLUZZI en 1930 sobre restos de una iglesia bizantina de la que se conservan algunos mosaicos sobre el pavimento de la iglesia actual, datados en el Siglo VII. Una inscripción del mismo período atestigua la existencia sobre el lugar, en la antigüedad, de un pequeño monasterio además de una capilla, dedicados a la profetisa ANA, de la que se habla en el evangelio de LUCAS (2, 26-38).
Sin embargo lo que me impresionó fue el interior, uno se sienta en los bancos, mirando al altar, y lo único que contempla a modo de retablo es una visión panorámica de JERUSALÉN, desde un enrejado en el que hay un caliz representado (al fin y al cabo las palabras del Señor, sobre JERUSALÉN, llorando, ya eran en sí un anticipo de su pasión).
Y contemplando aquella maravillosa visión de la totalidad de la Ciudad Santa de JERUSALÉN, en aquella impresionante perspectiva, desde aquel punto privilegiado, y teniendo en cuenta la constante situación de conflicto y paz quebradera que tiene dicha zona del planeta, mi sentimiento fue que dicha Iglesia estaba desperdiciada, entendedme, porque si de mi dependiera, bueno, depende de la CUSTODIA FRANCISCANA DE TIERRA SANTA, que es la que protege y gestiona los santos lugares casi desde los tiempos de San FRANCISCO y las primeras peregrinaciones, dedicaría ese lugar para entregarlo a alguna comunidad orante, de vida contemplativa, cuyo único carismas fuera rezar, día y noche, de rodillas ante esa visión de JERUSALÉN por la paz en ORIENTE MEDIO.
Y en el altar el mosaico de una gallina que cobija bajo sus alas a sus polluelos, JESUCRISTO que nos ampara, nos cobija, nos protege, como dice el Salmo 91 "El Señor con sus plumas te cubre, y bajo sus alas hallas refugio" (Salmo 91,4), esto debería movernos a todos nosotros a reproducir en nosotros los mismos sentimientos del Señor, a llorar por la ciudad Santa de JERUSALÉN, a orar por la paz en ORIENTE MEDIO, a ser personas abiertas dispuestas a acoger y defender a todos, especialmente a los más pobres, desvalidos y necesitados, y a entregar, que eso es lo que significa "ir a JERUSALÉN" como el Señor, nuestras vidas gastadas en el servicio.
ResponderEliminarY en el altar el mosaico de una gallina que cobija bajo sus alas a sus polluelos, JESUCRISTO que nos ampara, nos cobija, nos protege, como dice el Salmo 91 "El Señor con sus plumas te cubre, y bajo sus alas hallas refugio" (Salmo 91,4), esto debería movernos a todos nosotros a reproducir en nosotros los mismos sentimientos del Señor, a llorar por la ciudad Santa de JERUSALÉN, a orar por la paz en ORIENTE MEDIO, a ser personas abiertas dispuestas a acoger y defender a todos, especialmente a los más pobres, desvalidos y necesitados, y a entregar, que eso es lo que significa "ir a JERUSALÉN" como el Señor, nuestras vidas gastadas en el servicio.