sábado, 28 de noviembre de 2015

Jesucristo




 

Jesucristo



Los nombres bíblicos y los títulos de Jesucristo.

Es posible que el aroma de la rosa sea igualmente delicioso si se le da cualquier otro nombre. Pero no sucede así con los nombres bíblicos, los cuales frecuentemente comunican una idea penetrante de la vida de los que los llevan.

Esto es especialmente cierto en relación a Cristo. Se puede obtener abundante información acerca de su persona y su obra al estudiar los nombres y los títulos que le son atribuidos. Nótense algunos de ellos:
 
Abogado (1Jn. 2:1).
Adán (1Co.15:45).
Admirable (Is.9:6).
Afinador (Mal.3:3).
Alfa (Ap.1:8; 21:6).
Amado (Ef. 1:6).
Amén (Ap.3:14).
Amigo de pecadores (Mt.11:19).
Ángel de Jehová (Gn.16:9-14; Jue. 6:11-14).
Apóstol (He. 3:1).
Aurora desde lo alto (Lc.1:78).
Autor (He.12:2).
Autor de la vida (Hch.3:15).
Bienaventurado (1Ti. 6:15).
Cabeza de la iglesia (Col.1:18).
Carpintero (Mt.13:55; Mr.6:3).
Consolación de Israel (Lc.2:25).
Cordero de Dios (Jn.1:29, 36).
Cristo (Mt.1:16; 2:4).
Deseado de todas las naciones (Hag.2:7).
Dios (Jn.1:1; Ro.9:5; 1Ti.3:16).
Dios fuerte (Is.9:6; 63:1).
Don de Dios (2Co.9:15).
Emanuel (Mt. 1:23).
Esposo (Mt.9:15).
Estrella resplandeciente de la mañana (Ap.22:16).
Fuerza de salvación (Sal.18:2).
Fundamento (Is.28:16).
Gloria de Jehová (Is.60:1).
Guía (Sal.48:14).
Guiador (Mt.2:6).
Heredero de todo (He.1:2).
Hijo de David. Fue llamado por este nombre por las siguientes personas:
dos ciegos en Capernaum (Mt.9:27).
dos ciegos en Jericó (uno de ellos llamado Bartimeo; Mt.20:30; Mr.10:46,47).
la mujer cananea (Mt.15:22).
la multitud del Domingo de Ramos (Mt. 2 1:9).
Hijo de Dios. Cristo se refiere a Sí mismo por este nombre en sólo dos ocasiones: Juan 9:35; 10:36. Pero muchos le dicen así en los evangelios:
Gabriel (Lc.1:35).
Marta (Jn.11:27).
Natanael (Jn.1:49).
Pedro (Mt.16:16).
Satanás (Mt.4:3, 6).
un centurión (Mt.27:54).
un demonio (Mt.8:29; Lc.4:4 1).
un discípulo (Mt.14:33).
Hijo de María (Mr.6:3).
Hijo del Altísimo (Lc.1:32).
Hijo del Hombre: su nombre favorito para Sí mismo.
Según su propio testimonio, el Hijo del Hombre:
Enviará a sus ángeles (Mt.13:41).
Es el único con potestad para perdonar pecados (Mt.9:6).
Es Señor del día de reposo (Lc.6:5).
Estaría tres días en el corazón de la tierra (Mt.12:40).
No tiene dónde recostar su cabeza (Mt.8:20).
No vino para ser servido (Mt.20:28).
Padecería (Mt.17:12).
Resucitaría de los muertos (Mt.17:9).
Se sentará en el trono de su gloria (Mt.19:28).
Sería levantado (Jn.3:14).
Vendrá nuevamente en la gloria de su Padre (Mt.16:27; 24:30).
Vino a buscar y a salvar lo que se había perdido (Mt.18:11).
Imagen misma de Dios (He.1:3).
Jefe (Is.55:4).
Jehovah (Is.26:4; 40:3).
Jesús (Mt.1:21).
Juez (Mi.5:1; Hch.10:42).
Justicia (Jer. 23:6; 33:16).
Legislador (Is.33:22).
León de la tribu de Judá (Ap.5:5).
Libertador (Ro.11:26).
Limpiador (Mal.3:3).
Lucero de la mañana (2 P.1:19).
Maestro (Mt.8:19; 26:18; Jn.3:2; 11:28).
Manantial (Zac.13:1).
Mediador (1Ti. 2:5).
Médico (Mt.9:12).
Mesías (Dn.9:25; Jn.1:4 1).
Ministro (He.8:2).
Nazareno (Mr.1:24).
Niño (Is.9:6; Lc.2:16).
Obispo (1 P.2:25).
Padre eterno (Is.9:6).
Pascua (1Co.5:7).
Pastor:
Buen pastor (Jn.10:11,14).
Gran pastor (He.13:20).
Mi pastor (Sal.23:1).
Príncipe de los pastores (1P.5:4).
Piedra (Mt.21:42; Mr.12:10; Hch.4:11;Ro. 9:32,33; Ef.2:20; 1P.2:6, 7).
Poder de Dios (1Co.1:24).
Precursor (He.6:20).
Primicias (1Co.15:23).
Principal piedra del ángulo (Ef.2:20).
Príncipe (5:31).
Príncipe del ejército de Jehová (Jos.5:14).
Principio de la creación (Ap.3:14).
Profeta (Hch.3:22).
Propiciación (1Jn.2:2; 4:10).
Puerta de las ovejas (Jn.10:7).
Rabí. Fue llamado por este nombre en tres ocasiones bien conocidas:
por Judas (Mt.26:25, Biblia de las Américas).
por María Magdalena (Jn.20:16).
por Nicodemo (Jn.3:2).
Raíz de David (Ap.22:16).
Redentor (Is.59:20; 60:16).
Refugio (Is.25:4).
Renuevo (Zac.3:8).
Rescate (1Ti.2:6).
Rey:
Rey de Israel (Mt.27:42; Jn.1:49).
Rey de reyes (Ap.17:14; 19:16).
Roca (Dt.32:15).
Rosa de Sarón (Cnt.2:1).
Sacerdote (He.4:14).
Sacrificio (Ef.5:2).
Salvador. Fue llamado Salvador por:
los ángeles (Lc.2:11).
los hombres de Samaria (Jn.4:42).
su madre (Lc.1:47).
Samaritano (buen) (Lc.10:33).
Santo de Dios (Mr.1:24).
Santo de Israel (Is.41:14).
Santo Hijo (Hch.4:30).
Segador (Ap.14:15).
Segundo hombre (1Co.15:47).
Señor de señores (Ap.19:16).
Serpiente de bronce (Jn.3:14).
Siervo (Is.42:1; 49:5-7).
Siloh (Gn.49:10).
Simiente de Abraham (Gá.3:16, 19).
Simiente de David (2Ti.2:8).
Simiente de la mujer (Gn.3:15).
Soberano (1Ti.6:15).
Sol de justicia (Mal.4:2).
Sumo sacerdote (He.3:1; 7:1).
Testigo fiel (Ap.1:5; 3:14; 19:11).
Todopoderoso (Ap.1:8).
Ungido (Sal.2:2).
Unigénito del Padre (Jn.1:14).
Unigénito Hijo (Jn.1:18).
Vara (Is.11:1).
Varón/hombre (Hch.17:31; 1Ti.2:5).
Verbo: el nombre favorito del apóstol Juan para Cristo (Jn.1:1;Ap.19:13).
YO SOY: Se llama a sí mismo por este nombre siete veces en el Evangelio de Juan:
Yo soy el buen pastor (10:11).
Yo soy el camino (14:6).
Yo soy el pan de vida (6:35).
Yo soy la luz del mundo (9:5).
Yo soy la puerta (10:9).
Yo soy la resurrección (11:25).
Yo soy la vid verdadera (15:1).
 

CRISTO EN LA BIBLIA

Cristología, rama de la teología cristiana que trata de la persona de Cristo. Dado que la cristología busca comprender la obra salvadora de Cristo mediante la explicación de la persona de Jesús, en la teología cristiana tradicional precede, por lógica, a la soteriología, doctrina de la obra salvadora de Cristo.

Sin embargo, en la historia de la Iglesia, la soteriología precedía a la cristología, ya que la creencia en el papel salvador de Jesús conducía a la búsqueda de quien era Él.

La cristología no es la formulación de proposiciones reveladas sino que es la respuesta cristiana al fenómeno de Jesús.

Definición: Cristología, rama de la teología cristiana que trata de la persona de Cristo. Busca comprender la obra salvadora de Cristo mediante la explicación de su persona.

La soteriología, doctrina de la obra salvadora de Cristo precede a la Cristología, ya que la creencia en el papel salvador de Jesús conduce a la búsqueda de quien es Él. (Encarta)

Implicancia: El conocimiento de la Persona de Cristo trae aparejada una responsabilidad; divulgarla. Responsabilidad de la cual responderemos ante nuestro Creador en el juicio que a cada uno nos aguarda.

El conocer a Cristo, implica también una respuesta personal hacía él: no se puede conocer a Cristo, y quedar indiferentes ante su persona. O le acepto como el mismo se declaro, mi Salvador y Dios, y le hago el Señor de mi vida; o le rechazo como el mayor farsante que la humanidad ha creado.

Pero ser indiferente a tal conocimiento, solo puede ser producto de un vacío espiritual y moral, que a simple vista no es natural en el comportamiento del ser humano con dotaciones normales de inteligencia.

Importancia de la cristología Bíblica: “No se puede ser cristiano sin conocer a Cristo” El cristianismo es la única religión del mundo, en que la fe se basa en su fundador, uno puede ser un devoto budista, sin saber absolutamente nada de Buda, O puede ser un devoto mahometano sin saber nada de Mahoma, o confucionista sin saber nada de Confucio, lo mismo ocurre a un hindú, etc.
 
Pero no puede ser cristiano sin conocer a Cristo, pues justamente la fe del cristiano se basa en el conocimiento de la Persona de Cristo, de ahí la importancia de la cristología.
El estudio de la Cristología Bíblica se basa en la revelación que el propio Cristo hace de si mismo y que las Sagradas Escrituras registran fielmente, así como las declaraciones de los apóstoles y profetas, y otros hombres que escribieron inspirados por el Espíritu Santo.
 
Pero también la Cristología Bíblica hecha mano de las ciencias humanas como la historia, la filosofía, lingüística, hermenéutica, etc. ya que con esas herramientas se pueden conocer con mayor profundidad, y seriedad las enseñanzas Cristológicas de las Sagradas Escrituras.

A la pregunta que Cristo le hace a los apóstoles después de informarse de lo que las demás personas pensaban de él (Mt. 16:15-16)…”Y vosotros quien decís que soy yo”… Pedro da una respuesta que constituye la profesión básica de la fe cristiana y el verdadero fundamento de la Iglesia: …“Tu eres el Cristo el Hijo del Dios Viviente”… Sobre este fundamento está edificada la Iglesia siendo el propio Cristo la principal Piedra del ángulo (Ef. 2:20, 1º Cor.3:11, 1º Pe. 2:4-8)

Esta es la pregunta clave, que suena y resuena en el universo, para que todas las personas de todo el mundo y de todas las épocas respondan, y así definan ellas mismas su destino eterno, porque“… en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” (Hechos 4:12).

Es allí donde radica la importancia de la cristología, pues el conocimiento que nosotros obtengamos de la persona de Cristo, permitirá que como miembro de su cuerpo, aclaremos y declaremos a otros, fielmente quien es Jesucristo, para que puedan responder la Trascendental pregunta inequívocamente y ser salvos de la condenación eterna, porque “…el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo el cual es la imagen de Dios.” (2ª Cor 4:4).

Estudios Biblicos acerca del Caracter de Jesucristo según las Sagradas Escrituras

¿Qué clase de hombre era nuestro Señor? ¿Cuáles fueron algunas de sus características? Considérense:

A. Su celo (Jn.2:17).


1. Su celo le obligó a permanecer en Jerusalén de niño (Lc.2:49).


2. Su celo le llevó a convertirse en el primer predicador de circuito (Lc.4:42-44; 8:1).


3. Su celo hizo que sus amigos pensaran que estaba loco.
Cuando lo oyeron los suyos, vinieron para prenderle; porque decían: Está fuera de sí (Mr.3:21).
Las palabras «está fuera de sí» pueden ser parafraseadas así: «Se ha vuelto loco por la religión.»


4. Su celo lo impulsó a arriesgar la vida para purificar el templo (Jn.2:15-17).


5. Su celo no lo dejó descansar hasta que hubo cumplido su misión.
«Fuego vine a echar en la tierra; ¿y qué quiero, si ya se ha encendido? De un bautismo tengo que ser bautizado; y ¡cómo me angustio hasta que se cumpla!» (Lc.12:49, 50).

B. Su compasión (He.5:2).


1. Por las multitudes sin pastor.
«Y al ver las multitudes,- tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor» (Mt.9:36).


2. Por las multitudes enfermas.
«Y saliendo Jesús, vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, y sanó a los que de ellos estaban enfermos» (Mt.14:14).

3. Por las multitudes hambrientas.
«Y Jesús, llamando a sus discípulos, dijo:
Tengo compasión de la gente, porque ya hace tres días que están conmigo, y no tienen qué comer; y enviarlos en ayunas no quiero, no sea que desmayen en el camino» (Mt.15:32).

4. Por una viuda (Lc.7:13).

5. Por un leproso (Mr.1:41).

6. Por un padre (Mr.9:22, 23).
 
7. Por un endemoniado (Mr.5:19).

C. Su mansedumbre y bondad (2Co.10:1; 1P.2:2 1, 22).

1. Al tratar nuestras debilidades.

«He aquí mi siervo, a quien he escogido; mi Amado, en quien se agrada mi alma; pondré mi Espíritu sobre él, y a los gentiles anunciará juicio. No contenderá, ni voceará, ni nadie oirá en las calles su voz. La caña cascada no quebrará, y el pábilo que humea no apagará, hasta que saque a victoria el juicio. Y en su nombre esperarán los gentiles» (Mt.12:18- 21).

2. Al lavar los pies de los discípulos (Jn.13:4, 5).

3. En sus propias palabras.
«Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga» (Mt. 11:28-30).

4. En sus sufrimientos y muerte.
«Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca» (Is.53:7).

D. Su valor.

1. Demostrado en la proclamación en su ciudad natal (Lc.4:16-30). Durante su primer sermón registrado en Nazaret, señaló valientemente la incredulidad histórica de Israel que hizo que Dios, aun en la época del Antiguo Testamento, dejara de lado a veces al pueblo escogido y bendijera a gentiles creyentes en su lugar. Hubo un intento de asesinato al final de su mensaje.

2. Demostrado en sus dos purificaciones del templo (Jn.2:13-17; Mt.21:12-16). La primera se llevó a cabo al comienzo de su ministerio y la segunda durante la semana final. Las dos exigieron gran valor personal.

3. Demostrado en su ministerio intrépido a un loco (Mr.5:1-9). Ningún cobarde hubiera osado enfrentar (como lo hizo nuestro Señor) a este lunático violento que sin duda poseía fuerza sobrehumana y satánica.

4. Mostrado en que arriesgó su vida para levantar a Lázaro de los muertos (Jn.11:7, 8, 16, 53). Estaba plenamente consciente (al igual que sus asustados discípulos) de que un viaje a Betania en este momento sencillamente invitaría a los judíos enfurecidos a tratar de apedrearlo nuevamente. (Véase Jn.11:8.) Pero fue de todos modos.

5. Mostrado en su denuncia de los malvados fariseos (Mt.23). Nunca en la historia escrita se reprendió tan completa y severamente a un grupo de hipócritas religiosos como lo hizo el Salvador con los malvados fariseos en Mateo 23. Además, condenó a este grupo poderoso y pervertido en persona.

6. Mostrado en su actitud hacia el Calvario.
«Iban por el camino subiendo a Jerusalén; y Jesús iba delante, y ellos se asombraron, y le seguían con miedo.
 
Entonces volviendo a tomar a los doce aparte, les comenzó a decir las cosas que le habían de acontecer: He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le condenará a muerte, y le entregarán a los gentiles; y le escarnecerán, le azotarán, y escupirán en él, y le matarán; mas al tercer día resucitará» (Mr.10:32-34). «Cuando se cumplió el tiempo en que él había de ser recibido arriba, afirmó su rostro para ir a Jerusalén» (Lc.9:51).

E. Su amor (Jn.15:13). Como miembro de la Trinidad, Cristo naturalmente ama aquello que su Padre ama. Sin embargo, cuando estaba en el mundo, amó especialmente a:

1. Su Padre (Jn.14:31; 15:10).

2. Sus discípulos (Jn.13:34; 17:2, 9, 12; 19:25-27).

3. Niños pequeños (Mr.10:13-16).

4. Ciertos amigos íntimos (Jn.11:1-3; 13:23).

5. La ciudad de Jerusalén (Mt.23:37; Lc.19:41).
 
Los Oficios De Cristo

El oficio de Jesucristo. En el Antiguo Testamento Dios creó tres grandes oficios para suplir las necesidades espirituales y materiales de su pueblo escogido. Estos oficios eran:

A. El profeta: una persona que representaba a Dios ante el hombre. Por lo tanto, el profeta ejercía:

1. Percepción retrospectiva. Conocía los secretos del pasado. Moisés habló de la creación del hombre, su caída, el diluvio universal y otros acontecimientos antiguos que ocurrieron siglos antes de que él mismo naciera en Egipto.

2. Perspicacia. Conocía los problemas y las necesidades del presente. Los profetas como Isaías, Amós, Joel, Jeremías y otros dieron a gran voz el mensaje de la ira de Dios por el pecado y la decadencia de su época.

3. Previsión. Conocía los secretos del futuro. Daniel habla de la tribulación por venir, y Ezequiel describe el glorioso milenio.

B. El sacerdote: una persona que representaba al hombre ante Dios

1. Los requisitos para el sacerdote:

a. Debe ser tomado de entre los hombres, un hombre con compasión por otros hombres (véase He.5:1, 2).

b. Debe ser escogido por Dios (Nm.16:5; He.5:4).


c. Debe ser consagrado a Dios (Lv.21:6, 7).


C. El rey, una persona que reinaba por Dios.


1. Había de ser de la tribu de Judá (Gn.49:10).

2. Había de ser de la simiente de David (2S.7:8-17; Sal.89:3, 4).

El cumplimiento por Cristo en el Nuevo Testamento:
D. Cumplió con el oficio de profeta.

1. Este oficio le fue predicho por Moisés en Deuteronomio 18:18,19 (véase Jn.1:21).

2. Comenzó en el Río Jordán y terminó en el Calvario.


3. Fue reconocido como profeta. Véase Juan 4:19 (la mujer samaritana), Lucas 7:16 (el pueblo galileo), Mateo 21:11, Juan 7:40 (el pueblo de Jerusalén), Lucas 22:64 (sus enemigos), Lucas 24:19 (los discípulos en el camino de Emaús). Este es su ministerio pasado.

E. Cumple con el oficio de sacerdote.

1. Comenzó en la cruz y terminará con la Segunda Venida.
2. Cumplió con los requisitos para el oficio de sacerdote.
a. Fue tomado de entre los hombres (He.2:16; 4:15).
b. Fue escogido por Dios (He.5:4-6; Mt.3:16, 17; 17:5).
c. Fue consagrado a Dios (Lc.1:35; He.7:26).
3. Cumplió con las responsabilidades del oficio de sacerdote.
a. Se ofreció a sí mismo en el Calvario (He.2:9).
b. Oró (y ora) por los suyos (Jn.17; Ro.8:34; He.7:25).
c. Bendice a los suyos (Ef.1:3; 2:11-22). Este es su ministerio presente.


F. Desempeñará el oficio de Rey.

1. Es de la tribu de Judá.

2. Es de la simiente de David.
«Y uno de los ancianos me dijo: No llores.
He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos» (Ap. 5:5).

IMPLICACIONES DE QUE EL HIJO DE DIOS ES ETERNO

La Palabra de Dios constante y consistentemente implica la preexistencia y eternidad del Señor Jesucristo. Entre las pruebas obvias de este hecho pueden resaltarse varias:

1. Las obras de la creación son adjudicadas a Cristo (Jn. 1:3; Col. 1:16; He. 1:10). Por lo tanto, Él antecede a toda la creación.

2 El Ángel de Jehová, cuya apariencia se recuerda a menudo en el Antiguo Testamento, no es otro que el Señor Jesucristo. Aunque Él aparece algunas veces como un ángel o aun como un hombre, Él lleva las marcas de la deidad. Él apareció:
a Agar (Gn. 16:7),
a Abraham (Gn. 18:1; 22:11-12; véase Jn. 8:58),
a Jacob (Gn. 48:15-16; véase también Gn. 31:11-13; 32:2432),
a Moisés (Ex. 3:2, 14),
a Josué (Jos. 5:13-14) y
a Manoa (Jue. 13:19-22).
Él es quien lucha por los suyos y los defiende (2 R. 19:35; 1 Cr. 21:15-16; Sal. 34:7; Zac. 14:1-4).

3 Los títulos adjudicados al Señor Jesucristo indican la eternidad de su Ser. Él es precisamente lo que sus nombres sugieren. Él es
«el Alfa y Omega»,
«el Cristo»,
«Admirable»,
«Consejero»,
«Dios fuerte»,
«Padre eterno»,
«Dios»,
«Dios con nosotros», el
«gran Dios y Salvador» y
«Dios bendito para siempre».


Estos títulos identifican al Señor Jesucristo con la revelación del Antiguo Testamento acerca de Jehová-Dios (compárese Mt. 1:23 con Is. 7:14; Mt. 4:7 con Dt. 6:16; Mr. 5:19 con Sal. 66:16, y Sal. 110:1 con Mt. 22:42-45).

Además, los nombres que el Nuevo Testamento le da al Hijo de Dios se hallan íntimamente relacionados con los títulos del Padre y del Espíritu, lo que indica que Cristo está en un plano de igualdad con la Primera y la Tercera Personas de la Trinidad (Mt. 28:19; Hch. 2:38; 1 Co. 1:3; 2 Co. 13:14; Jn. 14:1; 17:3; Ef. 6:23; Ap. 20:6; 22:3), y explícitamente Él es llamado Dios (Ro. 9:5; Jn. 1:1; Tít. 2:13; He. 1:8).

4. La preexistencia del Hijo de Dios se sobreentiende en el hecho de que Él tiene los atributos de la Deidad:

Vida (Jn. 1:4),
Existencia en sí mismo (Jn. 5:26),
Inmutabilidad (He. 13:8),
Verdad (Jn. 14:6),
Amor (1 Jn. 3:16),
Santidad (He. 7:26),
Eternidad (Col. 1:17; He. 1:11),
Omnipresencia (Mt. 28:20),
Omnisciencia (1 Co. 4:5; Col. 2:3) y
Omnipotencia (Mt. 28:18; Ap. 1:8).

5. De igual manera, la preexistencia de Cristo se sobreentiende en el hecho de que Él es adorado como Dios (Jn. 20:28; Hch. 7:59-60; He. 1:6). Por lo tanto, se concluye que siendo el Señor Jesucristo Dios, Él existe de eternidad a eternidad. Este capítulo, que recalca la Deidad de Cristo, debe estar inseparablemente relacionado con el que sigue, en el cual se da énfasis a la humanidad del Hijo de Dios, realizada a través de la encarnación.


Encarnación de Cristo

Al considerar la encarnación deben de admitirse dos verdades importantes:

1) Cristo fue al mismo tiempo, y en un sentido absoluto, verdadero Dios y verdadero hombre; y

2) al hacerse El carne, aun que dejó a un lado su Gloria, en ningún sentido dejó a un lado su deidad. En su encarnación El retuvo cada atributo esencial de su deidad. Su total deidad y completa humanidad son esenciales para su obra en la cruz. Si

El no hubiera sido hombre, no podría haber muerto; si El no hubiera sido Dios, su muerte no hubiera tenido tan infinito valor.

Juan declara (Jn. 1:1) que Cristo, quien era uno con Dios y era Dios desde toda la eternidad, se hizo carne y habitó entre nosotros (1:14).

Pablo, asimismo, declara que Cristo, quien era en forma de Dios, tomó sobre sí mismo la semejanza de hombres (Fil. 2:6-7); «Dios fue manifestado en carne» (1 Ti. 3:16); y El, quien fue la total revelación de la gloria de Dios, fue la exacta imagen de su persona (He. 1:3). Lucas, en más amplios detalles, presenta el hecho histórico de su encarnación, así como ambos su concepción y su nacimiento (Lc. 1:26-38; 2:5-7).

La Biblia presenta muchos contrastes, pero ninguno más sorprendente que aquel que Cristo en su persona debería ser al mismo tiempo verdadero Dios y verdadero hombre. Las ilustraciones de estos contrastes en las Escrituras son muchas:

El estuvo cansado (Jn. 4:6), y El ofreció descanso a los que estaban trabajados y cargados (Mt. 11:28); El tuvo hambre (Mt. 4:2), y El era «el pan de vida» (Jn. 6:35); El tuvo sed (Jn. 19:28), y El era el agua de vida (Jn. 7:37).

El estuvo en agonía (Lc. 22:44), y curó toda clase de enfermedades y alivió todo dolor. Aunque había existido desde la eternidad (Jn. 8:58), El creció «en edad» como crecen todos los hombres (Lc. 2:40). Sufrió la tentación (Mt. 4:1) y, como Dios, no podía ser tentado. Se limitó a sí mismo en su conocimiento (Lc. 2:52), aun cuando El era la sabiduría de Dios.

Refiriéndose a su humillación, por la cual fue hecho un poco menor que los ángeles (He. 2:6-7), El dice: «Mi Padre es mayor que yo» (Jn. 14:28); y «Yo y el Padre uno somos» (Jn. 10:30), y «El que me ha visto a mí, ha visto al Padre» (Jn. 14:9). El oraba (Lc. 6:12), y El contestaba las oraciones (Hch. 10:31). Lloró ante la tumba de Lázaro (Jn. 11:35), y resucitó a los muertos (Jn. 11:43). El preguntó: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?» (Mt. 16:13), y «no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, pues él sabía lo que había en el hombre» (Jn. 2:25).

Cuando estaba en la cruz exclamó: «Dios mío, Dios mio, ¿por qué me has desamparado?» (Mr. 15:34). Pero el mismo Dios quien así clamó estaba en aquel momento «en Cristo reconciliando al mundo a sí» (2 Co. 5:19). El es la vida eterna; sin embargo, murió por nosotros.

El es el hombre ideal para Dios y el Dios ideal para el hombre. De todo esto se desprende que el Señor Jesucristo vivió a veces su vida terrenal en la esfera de lo que es perfectamente humano, y en otras ocasiones en la esfera de lo que es perfectamente divino.

Y es necesario tener presente que el hecho de su humanidad nunca puso límite, de ningún modo, a su Ser divino, ni le impulsó a echar mano de sus recursos divinos para suplir sus necesidades humanas. El tenía el poder de convertir las piedras en pan a fin de saciar su hambre; pero jamás lo hizo.

EL HECHO DE LA HUMANIDAD DE CRISTO

La humanidad de Cristo fue determinada antes de la fundación del mundo (Ef. 1:4-7; 3:11; Ap. 13:8).


El principal significado del tipo del Cordero está en el cuerpo físico que se ofrece en sacrificio cruento a Dios.El Antiguo Testamento
Cada tipo y profecía del Antiguo Testamento concerniente a Cristo, anticipa el advenimiento del Hijo de Dios en su encarnación.

La humanidad de Cristo

El hecho de la humanidad de Cristo se ve en la anunciación del ángel a María y en el nacimiento del Niño Jesús(Lc. 1:31-35).

La vida terrenal de Cristo revela su humanidad:

Por sus nombres: «el Hijo del hombre», «el Hijo de David», u otros semejantes; por su ascendencia terrenal: Se le menciona como «el primogénito de María» (Lc. 2:7), «la descendencia de David» (Hch. 2:30; 13:23), «la descendencia de Abraham» (He. 2:16), «nacido de mujer» (Gá. 4:4), «vástago de Judá» (Is. 11:1); 3) por el hecho de que El poseía cuerpo, y alma, y espíritu humanos (Mt. 26:38; Jn. 13:21; 1 Jn. 4:2, 9); y 4) por las limitaciones humanas que El mismo se impuso.

La humanidad de Cristo se manifiesta en su muerte y resurrección.

Fue un cuerpo humano el que sufrió la muerte en la cruz, y fue ese mismo cuerpo el que surgió de la tumba en gloriosa resurrección.

La realidad de la humanidad

La realidad de la humanidad de Cristo se ve también en su ascensión a los cielos y en el hecho de que El está allí, en su cuerpo humano glorificado intercediendo por los suyos.

Su segunda venida

Y en su segunda venida será «el mismo cuerpo» -aunque ya glorificado que adoptó en el milagro de la encarnación.

LAS RAZONES BIBLICAS DE LA ENCARNACIÓN

Cristo vino al mundo para revelar a Dios ante los hombres
(Mt. 11:27; Jn. 1:18; 14:9; Ro. 5:8; 1 Jn. 3:16). Por medio de la encarnación, el Dios, a quien los hombres no podían comprender, se revela en términos que son accesibles al entendimiento humano.

Cristo vino a revelar al hombre.

El es el Hombre ideal para Dios, y como tal, se presenta como un ejemplo para los que creen en El (1 P. 2:21), aunque no para los inconversos, pues el objetivo de Dios en cuanto a ellos no es meramente reformarlos, sino salvarlos.

Cristo vino a ofrecer un sacrificio por el pecado
Por esta causa, El da alabanza por su cuerpo a Dios, y esto lo hace en relación con el verdadero sacrificio que por nuestro pecado El ofreció en la cruz (He. 10:1-10).

Cristo se hizo carne a fin de destruir las obras del diablo
(Jn. 12:31; 16:11; Col. 2:13-15; He. 2:14; 1 Jn. 3:8).

Cristo vino al mundo para ser «misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere»
(He. 2:16-17; 8:1; 9:11-12, 24).

Cristo se hizo carne para poder cumplir el pacto davídico
(2 S.7:16; Lc. 1:31-33; Hch. 2:30-31, 36; Ro. 15:8). El aparecerá en su cuerpo humano glorificado y reinará como «Rey de reyes y Señor de señores», y se sentará en el trono de David su padre (Lc. 1:32; Ap. 19:16).

7. Cabeza sobre todas las cosas y de la iglesia
Por medio de su encarnación, Cristo llegó a ser «Cabeza sobre todas las cosas y de la iglesia», la cual es la Nueva Creación, o sea, la nueva raza humana (Ef. 1:22).

En la encarnación, el Hijo de Dios tomó para sí, no solamente un cuerpo humano, sino también un alma y un espíritu humanos.

Y poseyendo de este modo tanto la parte material como la inmaterial de la existencia humana, llegó a ser un hombre en todo el sentido que esta palabra encierra, y a identificarse tan estrecha y permanentemente con los hijos de los hombres, que El es correctamente llamado «el postrer Adán»; y «el cuerpo de la gloria suya» (Fil. 3:21) es ahora una realidad que permanece para siempre.

El Cristo que es el Hijo Eterno, Jehová Dios, fue también el Hijo de María, el Niño de Nazaret, el Maestro de Judea, el Huésped de Betania, el Cordero del Calvario. Y un día se manifestará como el Rey de gloria, así como ahora es el Salvador. de los hombres, el Sumo Sacerdote que está en los cielos, el Esposo que viene por su Iglesia, y el Señor
 
Su muerte

LO QUE IMPLICA LA MUERTE DEL HIJO - FALACIAS CONCERNIENTES A LA MUERTE DEL HIJO

Dios el Hijo: su muerte

En la Escritura se revela la muerte de Cristo como un sacrificio por los pecados de todo el mundo. De acuerdo a ello, Juan el Bautista presentó a Jesús con las palabras: «He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo» (Jn. 1: 29). Jesús, en su muerte, fue el sustituto muriendo en el lugar de todos los hombres.


Aunque «sustituto» no es específicamente un término bíblico, la idea de que Cristo es el sustituto para los pecadores se afirma constantemente en las Escrituras.
 
Por medio de la muerte vicaria los juicios justos e inconmensurables de Dios contra el pecador fueron llevados por Cristo. El resultado de esta sustitución es en sí mismo tan simple y definitivo como la misma transacción.

El Salvador ya ha cargado con los judíos divinos contra el pecador a total satisfacción de Dios. Para recibir la salvación que Dios ofrece, se les pide a los hombres que crean estas buenas nuevas, reconociendo que Cristo murió por sus pecados y por este medio reclamar a Jesucristo como su Salvador personal.

La palabra «sustitución» expresa sólo parcialmente todo lo que se llevó a cabo en la muerte de Cristo. En realidad, no hay un término que pudiéramos decir que incluye el todo de esa obra incomparable.

El uso popular ha tratado de introducir para este propósito la palabra expiación; pero este vocablo no aparece ni una sola vez en el Nuevo Testamento, y, de acuerdo a su uso en el Antiguo Testamento, significa solamente cubrir el pecado.

Esto proveía una base para un perdón temporal «a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados» (Ro. 3:25).
 
Aunque en los tiempos del Antiguo Testamento se requería nada más que el sacrificio de un animal para el remitir (literalmente «tolerar», «pasar por alto», Ro. 3:25) y el disimular (literalmente «pasar por alto» sin castigo, Hch. 17:30) de los pecados, Dios estaba, no obstante, actuando en perfecta justicia al hacer este requerimiento, puesto que El miraba hacia la manifestación de su Cordero, el cual vendría no solamente a pasar por alto o cubrir el pecado, sino a quitarlo de una vez y para siempre (Jn. 1:29).
 

Su resurrección

La resurrección en el antiguo testamento

La doctrina de la resurrección de todos los hombres, así como la resurrección de Cristo, se enseña en el Antiguo Testamento. La doctrina aparece tan tempranamente como en el tiempo de Job, probablemente un contemporáneo de Abraham, y se expresa en su declaración de fe en Job 19:25-27: «Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo; y después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios; al cual veré por mí mismo, y mis ojos lo verán, y no otro, aunque mi corazón desfallece dentro de mí.»
 
Aquí Job afirma no solamente su propia resurrección personal, sino la verdad de que su Redentor ya vive y más tarde estará sobre la tierra. Que todos los hombres serán al fin resucitados se enseña en Juan 5:28-29 y en Apocalipsis 20:4-6, 12-13.
Profecías específicas en el Antiguo Testamento anticipan la resurrección del cuerpo humano (Job 14:13-15; Sal. 16:9-10; 17:15; 49:15; Is. 26:19; Dn. 12:2; Os. 13:14; He. 11:17-19).
 
La resurrección de Cristo se enseña específicamente en el Salmo 16:9-10, donde el salmista David declara: «Se alegró, por tanto, mi corazón, y se gozó mi alma; mi carne también reposará confiadamente; porque no dejarás mi alma en el Seol, ni permitirás que tu santo vea corrupción.»
 
Aquí David no solo afirma que él espera personalmente la resurrección, sino también que Jesucristo, a quien se describe como el «Unico Santo», no vería la corrupción, esto es, no estaría en la tumba el tiempo suficiente para que su cuerpo se corrompiera. Este pasaje esta citado por Pedro en Hechos 2: 24-31 y por Pablo en Hechos 13: 34-37 señalando la resurrección de Cristo.

La resurrección de Cristo se menciona también en el Salmo 22:22, donde seguidamente a su muerte Cristo declara que El anunciará su nombre a sus «hermanos». En el Salmo 118:22-24 la exaltación de Cristo de convertirse en la piedra angular se define en Hechos 4: 10-11 significando la resurrección de Cristo.
                                                    
 
 

 

La resurrección de Cristo parece también estar anticipada en la tipología del Antiguo Testamento en el sacerdocio de Melquisedec (Gn. 14:18; He. 7:15-17, 23-25).

En forma similar, la tipología de las dos aves (Lv. 14:4-7), donde el ave viva es soltada, la fiesta de las primicias (Lv. 23: 10-11), indicando que Cristo es las primicias de la cosecha de resurrección, y la vara de Aarón que floreció (Nm. 17:8) habla de la resurrección. La doctrina de la resurrección de todos los hombres, tanto como la resurrección de Cristo, se establece así en el Antiguo Testamento.
 

Las predicciones de cristo de su propia resurrección

Frecuentemente, en los Evangelios, Cristo predice ambas casas, su propia muerte y su resurrección (Mt. 16:21; 17:23; 20:17-19; 26:12, 28-29, 31-32; Mr. 9:30-32; 14:28; Lc. 9:22; 18:31-34; In. 2:19-22; 10:17-18).

Las predicciones son tan frecuentes, tan explícitas y dadas en tan numerosos y diferentes contextos que no puede haber duda alguna de que Cristo predijo su propia muerte y resurrección, y el cumplimiento de estas predicciones verifica la exactitud de la profecía.
 

Pruebas de la resurrección de Cristo


El Nuevo Testamento presenta una prueba avasallante de la resurrección de Cristo. AI menos diecisiete apariciones de Cristo ocurrieron después de su resurrección.

Estas son las siguientes:

1) Aparición a María Magdalena (In. 20:11-17; cr. Mr. 16:9-11); 2) aparición a las mujeres (Mt. 28:9-10); 3) aparición a Pedro (Lc. 24:34; 1 Co. 15:5); 4) aparición de Cristo a los diez discípulos, que se refiere colectivamente como «los once», estando Tomás ausente (Mr. 16:14; Lc. 24: 36-43; Jn. 20:19-24); 6) aparición a los once discípulos una semana después de su resurrección (Jn. 20:26-29); 7) aparición a siete de los discípulos en el Mar de Galilea (Jn. 21: 1-23); 8) aparición a los cinco mil (1 Co. 15: 6); 9) aparición a Santiago el hermano del Señor (1 Co. 15:7); 10) aparición a los once discípulos en la montaña en Galilea (Mt. 28: 16-20; 1 Co. 15:7); 11) aparición a sus discípulos con ocasión de su ascensión desde el Monte de los Olivos (Lc. 24:44-53; Hch. 1: 3-9) ; 12) aparición del Cristo resucitado a Esteban momentos antes de su martirio (Hch. 7:55-56); 13) aparición a Pablo en el camino a Damasco (Hch. 9:3-6; cr. Hch. 22: 6-11; 26:13-18; 1 Co. 15:8); 14) aparición a Pablo en Arabia (Hch. 20:24; 26:17; Ga. 1:12, 17); 15) aparición de Cristo a Pablo en el templo (Hch. 22:17-21; cf. 9:26-30; Ga. 1:18); 16) aparición de Cristo a Pablo en la prisión en Cesarea (Hch. 23:11); 17) aparición de Cristo al apóstol Juan (Ap. 1: 12-20).
 
El número de estas apariciones, la gran variedad de circunstancias y las evidencias que confirman todo lo que rodea a estas apariciones, constituyen la más poderosa calidad de evidencia histórica de que Cristo se levantó de los muertos.

En adición a las pruebas que nos dan sus apariciones, puede aún citarse más evidencia que sostiene este hecho. La tumba estaba vacía después de su resurrección (Mt. 28:6; Mr. 16:6; Lc. 24:3, 6,12; Jn. 20:2,5-8). Es evidente que los testigos de la resurrección de Cristo no eran gente tonta ni fácil de engañar.

De hecho, ellos eran lentos para comprender la evidencia (Jn. 20:9, 11-15, 25). Una vez convencidos de la realidad de su resurrección, deseaban morir por su fe en Cristo. Es también evidente que hubo un gran cambio en los discípulos después de la resurrección. Su pena fue reemplazada con gozo y fe.

Más adelante, el libro de los Hechos testifica del poder divino del Espíritu Santo en los discípulos después de la resurrección de Cristo, el poder del Evangelio el cual ellos proclamaron, y las evidencias que sostienen los milagros.

El día de Pentecostés es otra prueba importante, ya que hubiera sido imposible haber convencido a tres mil personas de la resurrección de Cristo, quienes habían tenido oportunidad de examinar la evidencia si hubiera sido una mera ficción.

La costumbre de la Iglesia primitiva de observar el primer día de la semana, el momento de celebrar la Cena del Señor y traer sus ofrendas, es otra evidencia histórica (Hch. 20:7; 1 Co. 16:

2). El mismo hecho de que la Iglesia primitiva nació a pesar de la persecución y muerte de los apóstoles, sería dejado sin explicación si Cristo no se hubiera levantado de la muerte. Fue una resurrección literal y corporal, la cual transformó el cuerpo de Cristo conforme para su función celestial

Razones para la resurrección de Cristo


Por lo menos pueden citarse siete razones importantes para la resurrección de Cristo.

1. Cristo resucitó debido a quien es El (Hch. 2:24).

2. Cristo resucitó para cumplir con el pacto davídico (2 S. 7:12-16; Sal. 89:20-37; Is. 9:6
7; Lc. 1:31-33; Hch. 2: 25-31).

3. Cristo resucitó para ser el dador de la vida resucitada (Jn. 10:10-11; 11:25-26; Ef. 2:6;
Col. 3:1-4; 1 Jn. 5:11-12).

4. Cristo resucitó de modo que El sea la fuente del poder de la resurrección (Mt. 28:18;
Ef. 1:19-21; Fil. 4:13).

5. Cristo resucitó para ser la Cabeza sobre la Iglesia (Ef. 1:20-23).

6. Cristo resucitó para que nuestra justificación sea cumplida (Ro. 4:25).

7. Cristo resucitó para ser las primicias de la resurrección (1 Co. 15:20-23).

E. El significado de la resurrección de Cristo

La resurrección de Cristo, a causa de su carácter histórico, constituye la prueba más importante de la deidad de Jesucristo. Porque fue una gran victoria sobre el pecado y la muerte, es también el valor presente del poder divino, como esta declarado en Efesios 1: 19-21.
 
Dado que la resurrección es una doctrina tan sobresaliente, el primer día de la semana en esta dispensación ha sido apartado para la conmemoración de la resurrección de Jesucristo, y, de acuerdo a ello, toma el lugar en la ley del sábado, la cual ponía aparte el séptimo día para Israel.
 
La resurrección es, por lo tanto, la piedra angular de nuestra fe cristiana, y como Pablo lo expresa en 1 Corintios 15:17: «Y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados.» Por haber resucitado Cristo, nuestra fe cristiana está segura, la victoria final de Cristo es cierta y nuestra fe cristiana esta completamente justificada

Razones para la resurrección de Cristo



Por lo menos pueden citarse siete razones importantes para la resurrección de Cristo

1. Cristo resucitó debido a quien es El (Hch. 2:24).

2. Cristo resucitó para cumplir con el pacto davídico (2 S. 7:12-16; Sal. 89:20-37; Is. 9:6
7; Lc. 1:31-33; Hch. 2: 25-31).

3. Cristo resucitó para ser el dador de la vida resucitada (Jn. 10:10-11; 11:25-26; Ef. 2:6;
Col. 3:1-4; 1 Jn. 5:11-12).

4. Cristo resucitó de modo que El sea la fuente del poder de la resurrección (Mt. 28:18;
Ef. 1:19-21; Fil. 4:13).

5. Cristo resucitó para ser la Cabeza sobre la Iglesia (Ef. 1:20-23).

6. Cristo resucitó para que nuestra justificación sea cumplida (Ro. 4:25).

7. Cristo resucitó para ser las primicias de la resurrección (1 Co. 15:20-23).

E. El significado de la resurrección de Cristo

La resurrección de Cristo, a causa de su carácter histórico, constituye la prueba más importante de la deidad de Jesucristo. Porque fue una gran victoria sobre el pecado y la muerte, es también el valor presente del poder divino, como esta declarado en Efesios 1: 19-21.
 
Dado que la resurrección es una doctrina tan sobresaliente, el primer día de la semana en esta dispensación ha sido apartado para la conmemoración de la resurrección de Jesucristo, y, de acuerdo a ello, toma el lugar en la ley del sábado, la cual ponía aparte el séptimo día para Israel.
 
La resurrección es, por lo tanto, la piedra angular de nuestra fe cristiana, y como Pablo lo expresa en 1 Corintios 15:17: «Y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados.» Por haber resucitado Cristo, nuestra fe cristiana está segura, la victoria final de Cristo es cierta y nuestra fe cristiana esta completamente justificada.
 
Herejias acerca de la Persona de Cristo


CRISTOLOGÍA EN LA IGLESIA PRIMITIVA

A partir de San Ignacio de Antioquía, en el siglo II y a lo largo del Concilio de Calcedonia (451), los pensadores cristianos se debatieron ante los problemas lógicos presentados a la mentalidad griega por el pensamiento Cristológico del Nuevo Testamento: si el Hijo es Dios, y aun así distinto del Padre, ¿cómo puede Dios ser llamado “único”? Si Jesús es divino, ¿cómo puede, de igual modo, ser humano?

En el siglo II, los seguidores del docetismo mantenían que la humanidad de Jesús era apariencia más que realidad, ya que el pensamiento griego sostenía que la divinidad era incapaz de cambio o de sufrimiento.

En contra de ellos, san Ignacio de Antioquia insistió en la realidad del cuerpo de Jesús. El resultado fue que se añadieron al Credo las palabras “nacido de la Virgen María” para salvaguardar la humanidad de Jesús.

Una segunda controversia debatía el concepto de la unidad de Dios. Preocupados por preservar esta unidad, los adeptos al monarquianismo modalístico afirmaban que el único Dios se había mostrado a Sí mismo en tres manifestaciones sucesivas: Padre, Hijo y Espíritu.

No obstante, los monarquianos dinámicos (adopcionistas), consideraron a Jesús como un hombre sobre el cual había descendido el poder de Dios.

En el siglo IV, el arrianismo afirmaba que el Hijo preexistente no era idéntico a Dios, sino que era la primera de las criaturas de Dios. Era homoiousios (en griego, 'de la misma sustancia') con Dios, un tipo de reproducción o semidiós.
 
En el I Concilio de Nicea (325) se condenó el arrianismo y el Credo se difundió: el Hijo preexistente fue declarado como “Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado no creado, de una sola sustancia [en griego, homousios, 'de sustancia idéntica'] con el Padre”.

Las preguntas relacionadas con la naturaleza de la encarnación de Dios en Jesús también provocaron disputas. Los teólogos de Alejandría tendían a subrayar la divinidad de Jesús a expensas de su humanidad, y sus numerosos oponentes de la escuela de Antioquia subrayaban la humanidad de Jesús a costa de su divinidad.
 
En el lado alejandrino, los apolinarios argumentaron que en el Jesús humano, el logos había reemplazado a su mente o espíritu. Este punto de vista se sumaba a una negación de toda la humanidad de Cristo.
 
El apolinarismo fue condenado en el I Concilio de Constantinopla (381). De la escuela de Antioquia surgió la herejía del nestorianismo durante el siglo V.
 
Los nestorianos mantenían que dos personas separadas estaban unidas en el Cristo encarnado y rechazaron el título alejandrino de Theotokos (portadora de Dios) para la Virgen María.
 
Para Néstor, patriarca de Constantinopla, y sus seguidores, María había sido la madre del Jesús humano pero no del Hijo divino. En respuesta al desafío del nestorianismo, el Concilio de Éfeso (431) y el Concilio de Calcedonia (451), ratificaron el título de Theotokos.
 
En Calcedonia la encarnación se definió como “dos naturalezas, una persona”, una fórmula que ha permanecido como dogma cristiano.
 
No obstante, la misma definición calcedoniana generó más discordias; un sector extremista dentro de la escuela alejandrina argumentó que el Hijo encarnado tenía una sola pero divina naturaleza y desde este punto de vista, de nuevo, la idea de la humanidad de Jesús se puso en entredicho.
 

Atributos de Cristo

"Atributos de Cristo"

Jesucristo es infinito y esta fuera del alcance de nuestra experiencia ya que nosotros estamos limitados al espacio y al tiempo, como también al conocimiento y al poder. Cristo está fuera del alcance de la mente humana por ser ilimitado.
Cristo es esencialmente “ ILIMITADO ” y por lo tanto cada elemento de su naturaleza (atributos) es infinita.


1. Eternidad: No esta limitado por el tiempo (Heb7:3 ; Jn17:5 ; Ap1:18 ; 4:8b ). Sin principio, ni fin, ni sucesión. Siempre existió.
Jesús, sin principio de días ni fin de vida: En HEBREOS 7:3, Y JUAN 8:58.


Debe observarse que Jesús no exclamo: "Yo era" sino "Yo soy" es decir: eternamente. Jehová significa precisamente "Yo soy",leer Éxodo 3:14, y Miqueas 5:2.

Jesucristo, el primero y el postrero: " Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mi, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades." (APOCALIPSIS 1:17,18.)

" Y escribe al ángel de la iglesia en Esmirna: EL primero y el postrero, el que estuvo muerto y vivió, dice esto:" (APOCALIPSIS 2:8.)
" Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el

Todopoderoso." (APOCALIPSIS 1:8 también 22:13.)
La palabra de Jesucristo es eterna: " Mas la palabra del Señor permanece para siempre. Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada." (1ª PEDRO 1:25.)
" El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán." (MATEO 24:35.)

2. Omnipresencia: Esta en todo lugar a la ves (Mt18:20, 28:20 ; Jn1:48 , 3:13 , 14:3,20). El está, no es que puede estar en todo lugar.
" Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo."
(JUAN 3:13 (Cristo estaba hablando con Nicodemo) También MATEO 18:20; 28:20; 25:31-33; JUAN 1:48;1:18; APOCALIPSIS 21:23,24.)


3. Omnipotencia :Es todo poderoso ( Mt28:18 ; Ap1:8b ,4:8b ). El puede hacer todo, todo el universo fue creado por Cristo.
" Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso." (APOCALIPSIS 1:8.)
" El rey habló a Daniel, y dijo: Ciertamente el Dios vuestro es Dios de dioses, y Señor de los reyes, y el que revela los misterios, pues pudiste revelar este misterio." (DANIEL 2:47.)

" Y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre."
(APOCALIPSIS 15:3. También 15:3; 17:14; FILIPENSES 3:21.)


4. Omnisciencia :Lo sabe todo ( Jn1:48-50, 2:24 -25, 16:30 )
" Y a sus hijos heriré de muerte, y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña la mente y el corazón; y os daré a cada uno según vuestras obras."
(APOCALIPSIS 2:23 (Escudriña el corazón y la mente como Dios.) También JUAN 2:24,25; 21:17; JEREMÍAS 17:10; EZEQUIEL 11:5.)


5. Trascendencia: Independencia de todo lo creado, no depende de la creación, rebasa así el mundo visible (Is.57:15a; Hch.17:24-28). Dios como Espíritu infinito es también infinitamente trascendente, sin dejar de ser infinitamente inmanente. En virtud de esa ambivalencia, Dios no necesita del mundo y excede la compresión por parte de todo ser creado y, por otra parte, penetra en lo intimo de cada ser creado, moldeándolo y conduciéndolo al destino que tiene planeado la divina voluntad.

6. Inmanencia: Presencia en todo lo creado, todo depende de El ( Is.57:15b; Hch.17:27b-28 ). Consiste en la idea de que una fuerza inteligente y creadora, o el ser que gobierna el universo, impregna el mundo natural. Dios interviene en el universo, es decir, está presente y activo en el mundo natural y, al mismo tiempo, lo trasciende, es decir, se eleva sobre el universo que ha creado.

Dios está inmanente en su creación sin confundirse con ella precisamente por su infinita trascendencia, por la cual mantiene su diferencia de todo lo creado, a la vez que confiere a todas las criaturas el ser en si mismas.

7. Inmutable: No cambia ( Heb1:12, 13:8 ). Es la imposibilidad de que cambie en su esencia o en sus propiedades, pero si su forma de actuar. (HEBREOS 1:10-12; 13:8; MALAQUÍAS 2:6.)
 

Biógrafos de Cristo

Las veces que Dios manifesto su gloria a los hombre El estaba hablando a los hombre de su Evangelio

Los biógrafos de Jesucristo.

Fueron, por supuesto, cuatro autores humanos utilizados por el Espíritu Santo para describir el ministerio de Jesús. Cada uno lo presenta en un enfoque diferente. Nótese:

1. Mateo: el Rey profetizado; semejante a un león; profético; escrito para el judío; el Rey Davídico; el Renuevo justo de David.

2. Marcos: el Siervo obediente; semejante a un buey; práctico; escrito para el romano; el Siervo del Señor; mi Siervo, el Renuevo.

3. Lucas: el Hombre perfecto; semejante a un hombre; histórico, escrito para el griego; el Hijo del Hombre; el Hombre, el Renuevo.

4. Juan: el Dios poderoso; semejante a un águila; espiritual; escrito para todo el mundo; el Verbo de Dios; el Renuevo de Jehová (véanse Is. 4:2; Jer. 23:5, 6; Zac. 3:8, 6:12).

Comparación:

Ez.1:1-28
Cuatros seres vivientes con cuatro caras y el aspecto de sus caras eran:
Cara de hombre
Cara de León
Cara de Buey
Cara de Águila

Ap.4:1-11

Junto y alrededor del trono cuatro seres vivientes llenos de ojos por delante y por detrás:
El primer ser viviente era semejante a un León
El segundo ser viviente era semejante a un Becerro
El tercero tenia rostro como de Hombre
El cuarto ser viviente era semejante a un Águila


Sufrimiento físico de la crucifixión


LOS SUFRIMIENTOS DE JESUS SEGÚN LA MEDICINA

A los 33 años Jesús fue condenado a muerte.La "peor" muerte de la época. Sólo los criminales eran condenados como Jesús. Jesús en el Huerto suda sangre. Los Evangelios nos dicen que Jesús comenzó a sudar sangre cuando estaba orando en el monte de los Olivos, específicamente en el jardín del Getsemaní. Esto no es un lenguaje poético sino una condición médica llamada "hematidrosis".
 
No es muy común pero puede darse cuando hay un alto grado de sufrimiento psicológico.Lo que sucede es que la ansiedad severa provoca la secreción de químicos que rompen los vasos capilares en las glándulas sudoríficas. Como resultado, hay una pequeña cantidad de sangrado en las glándulas y el sudor emana mezclado con sangre. No es mucha sangre sino una cantidad muy pequeña.
 
Esto provocó que la piel quedara extremadamente frágil de modo que cuando Jesús fue flagelado por el soldado romano al día siguiente, su piel ya estaba muy sensible.
Ya Jesús estaba debilitado por lo sucedido en el Huerto y la noche entera sometido a falso juicio y golpizas y cárcel.
La flagelación
Las flagelaciones romanas eran conocidas por ser terriblemente brutales. Generalmente consistían de treinta y nueve latigazos. El soldado usaba un látigo con tiras de cuero trenzado con bolas de metal entretejidas. cuando el látigo golpeaba la carne, esas bolas provocaban moretones o contusiones, las cuales se abrían con los demás golpes.
 
Y el látigo también tenía pedazos de hueso afilados, los cuales cortaban la carne severamente.La espalda quedaba tan desgarrada que la espina dorsal a veces quedaba expuesta debido a los cortes tan profundos. Los latigazos iban desde los hombros pasando por la espalda, las nalgas, y las piernas. Mientras continuaba la flagelación, las laceraciones rasgaban hasta los músculos y producían jirones temblorosos de carne sangrante.
 
Las venas de la víctima quedaban al descubierto y los mismos músculos, tendones y las entrañas quedaban abiertos y expuestos.

La víctima podía experimentar un dolor tan grande que le llevase a una conmoción hipovulémica. Hipo significa "bajo, "vol" se refiere a volumen y "émica" significa "sangre", por lo tanto, conmociónhipovolémica quiere decir que la persona sufre efectos de la pérdida de una gran cantidad de sangre. Esto causa 4 efectos:

1. El corazón se acelera para tratar de bombear sangre que no existe.
2. Baja la presión sanguínea, lo que provoca un desmayo o colapso.
3. Los riñones dejan de producir orina para mantener el volumen restante.
4. La persona comienza a sentirse sedienta porque el cuerpo ansía fluidos para reponer el volumen de sangre perdido.

Camino al CalvarioJesús se encontraba en condición hipovólemica mientras ascendía por el camino hacia el lugar de la ejecución en el Calvario llevando el madero horizontal de la cruz.Finalmente Jesús se desplomó y un soldado romano le ordenó a Simón que llevara la cruz por él. Luego Jesús dice "Tengo sed" y en ese momento se le ofrece un trago de vinagre.

En el momento de la crucifixión La muerte de Jesús fue todavía peor que la crucifixión común. No a todos los criminales condenados los clavaban a la cruz. Muchos eran amarrados.
A Jesús lo acostaron y clavaron sus manos en posición abierta en el madero horizontal. Esta viga se llamaba patibulum y en ese momento estaba separado el madero vertical, que estaba clavado al suelo de forma permanente. Los clavos que los romanos usaban eran de trece a dieciocho centímetros de largo, afilados hasta terminar en una punta aguda. Se clavaban por las muñecas.
 
El clavo atravesaba el nervio mediano. Ese es el nervio mayor que sale de la mano y quedaba triturado por el clavo que lo martillaba. Este dolor es similar al que uno siente cuando se golpea accidentalmente el codo y se da en ese huesito (en el nervio llamado cúbito), pero ahora imagine tomar un par de pinzas y presionar hasta triturar ese nervio, ese dolor es similar al que Jesús experimentó.
 
Al romper ese tendón Jesús y por tener sus muñecas clavadas, Jesús fue obligando a forzar todos los músculos de su espalda para poder respirar.
Dolor Excruciante El dolor era tan insoportable que literalmente no existían palabras para describirlo. Se tuvo que inventar una nueva palabra llamada "excruciante" (que significa "de la cruz") para describir semejante dolor.
Jesús colgado en la cruzCuando Jesús fue alzado para unir el madero con el poste vertical se procedió a clavarle los pies. Nuevamente los nervios de los pies fueron triturados y eso debe haber causado un dolor similar al de las muñecas.
Al momento de estar en posición vertical sus brazos se estiraron intensamente, probablemente 15 centímetros de largo y ambos hombros debieron haberse dislocado (solo tome en cuenta la gravedad, para sacar su conclusión), lo que confirmaba lo escrito en Salmos 22 "dislocados están todos mis huesos".
Una vez que la persona cuelga en posición vertical, la crucifixión es una muerte lenta y agonizante por asfixia. La razón es que la presión ejercida en los músculos pone el pecho en la posición de inhalación. Básicamente, para poder exhalar, el individuo debía apoyarse en sus pies (fijos con clavos al madero) para que la tensión de los músculos se alivie por un momento. Al hacerlo, el clavo desgarraría el pie hasta que quede finalmente incrustado en los huesos tarsianos.
Después de arreglárselas para exhalar, la persona podría relajarse y descender para inhalar otra bocanada de aire. Nuevamente tendría que empujarse hacia arriba para exhalar raspando su espalda ensangrentada contra la madera áspera de la cruz. Este proceso continuaba hasta que la persona ya no pudiera empujarse hacia arriba para respirar. Entonces moría.
Jesús aguantó esa situación por poco más de 3 horas.Muerte de JesúsA medida que la persona reduce el ritmo respiratorio, entra en lo que se denomina acidosis respiratoria: el dióxido de carbono de la sangre se disuelve como ácido carbónico lo cual causa que aumente la acidez de la sangre.
 
Finalmente eso lleva a un pulso irregular. De hecho al sentir que su corazón latía en forma errática, Jesús se hubiera dado cuenta de que estaba a punto de morir, y es entonces que pudo decir: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu" y luego murió de un paro cardiaco.
Incluso antes de morir la conmoción hipovolémica debe haber causado un ritmo cardíaco acelerado sostenido que debe haber contribuido al paro cardíaco, lo cual dio por resultado la acumulación de fluido en la membrana que rodea al corazón llamada efusión pericárdica, al igual que alrededor de los pulmones, llamada efusión pleural.
Traspaso del CorazónPara acelerar la muerte, los soldados quebraban las piernas de los crucificados, utilizando para ello una lanza romana para despedazar los huesos de la parte inferior de las piernas. Eso evitaba que la persona empujara hacia arriba con las piernas para poder respirar así que la muerte les seguía en cuestión de minutos.
 
En el Nuevo Testamento se nos dice que los huesos de Jesús no fueron quebrados como ocurrió con los otros crucificados. Esto fue así porque los soldados habían confirmado que Jesús había muerto; así se cumplió la profecía del Antiguo Testamento acerca del Mesías donde se dice que ninguno de sus huesos sería quebrado.
 
Pero el soldado romano para confirmar la muerte de Jesús le clavó la lanza en su costado derecho. La lanza atravesó el pulmón derecho y penetró el corazón.
 
Por lo tanto, cuando se sacó la lanza, salió fluido claro, como el agua, seguido de un gran volumen de sangre, tal como lo describe Juan, uno de los testigos oculares, en su Evangelio.Además hay que mencionar la humillación que sufrió por el desprecio y las burlas, cargando su propia cruz por casi dos kilómetros,mientras la multitud le escupía el rostro y le tiraba piedras (la cruz pesaba cerca de 30 kilos, tan solo en la parte horizontal, en la que le clavaron sus manos).
 
Su ascensión y sacerdocio

A. El hecho de la ascensión de Cristo

Puesto que la resurrección de Cristo es la primera en una serie de exaltaciones de Cristo, su ascensión a los cielos puede ser considerada como el segundo paso importante. Esto está registrado en Marcos 16:19; Lucas 24:50-51 y Hechos 1:9-11.
La pregunta que se ha levantado es si Cristo ascendió a los cielos antes de su ascensión formal. Se citan a menudo las palabras de Cristo a María Magdalena en Juan 20:17, donde Cristo dijo: «Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios.» También se cita la tipología del Antiguo Testamento donde el sacerdote, después del sacrificio, traía la sangre dentro del lugar Santísimo (He. 9:12, 23-24).
 
Aunque los expositores han diferido en sus opiniones, la mayoría de los evangélicos interpretan el tiempo presente de Juan 20:17 «subo» como un futuro vivido. Las expresiones en Hebreos de que Cristo entró al cielo con su sangre se traducen más correctamente «por medio de su sangre» o «a través de su sangre». La aplicación física de la sangre sólo ocurrió en la cruz. Los beneficios de la obra acabada continúan para ser aplicados a los creyentes hoy día (1 Jn. 1:7).
Una última pregunta se ha levantado con respecto a si la ascensión en Hechos 1 fue literalmente un acto. Todo el pasaje sostiene completamente el hecho de que Cristo literalmente fue al cielo, tanto como El vino literalmente a la tierra cuando fue concebido y nacido.
 
Hechos 1 usa cuatro palabras griegas para describir la ascensión: «Fue alzado» (v. 9); «le recibió una nube que le ocultó de sus ojos» (v. 9); «El se iba» (v. 10); y «ha sido tomado de vosotros al cielo» (v. 11), mejor traducido como «recibido arriba» (cf. 9).
 
Estas cuatro declaraciones son significativas porque en el versículo 11 está predicho que su segunda venida será en igual manera; esto es, su ascensión y su segunda venida serán graduales, visibles, corporales y con nubes (Hch. 1:9-11). Esto se refiere a su venida para establecer su reino, más que al rapto de la iglesia.
 
D. La obra presente de Cristo en los cielos.

En su posición a la diestra del Padre, Cristo cumple las siete figuras que lo relacionan con la iglesia:
 
1) Cristo como el último Adán y cabeza de una nueva creación;
 
2) Cristo como la Cabeza del cuerpo de Cristo;
 
3) Cristo como el Gran Pastor de sus ovejas;
 
4) Cristo como la Vida Verdadera en relación a las ramas;
 
5) Cristo como la principal Piedra de Angulo en relación a la iglesia como piedras de un edificio;
 
6) Cristo como nuestro Sumo Sacerdote en relación a la iglesia como sacerdocio real;
 
 7) Cristo como el Esposo en relación a la iglesia como su novia. Todas estas figuras están llenas de significado en describir su obra presente. Su ministerio principal, sin embargo, es como Sumo Sacerdote representando a la Iglesia ante el trono de Dios.
 

Cristo Sumo Sacerdote intercesor nuestro

1. Cristo Sumo Sacerdote intercesor nuestro:
El Cristo ascendido como Sacerdote vive siempre para hacer intercesión por los suyos. Este ministerio comenzó antes de que El dejara la tierra (Jn. 17:1-26), y es para los salvos más bien que para los no salvos (Jn. 17:9), y continuará en los cielos tanto tiempo como los suyos estén en el mundo.
 
Su obra de intercesión tiene que ver con la debilidad, necesidad de ayuda y la inmadurez de los santos que están sobre la tierra -cosas en las cuales ellos no son en ninguna manera culpables-.
 
El, quien conoce las limitaciones de los suyos, y el poder y la estrategia del enemigo con quien ellos tienen que luchar, les es a ellos un Pastor y Obispo para sus almas. Su cuidado de Pedro es una ilustración de esta verdad (Lc. 22:31-32).
La intercesión sacerdotal de Cristo no es sólo eficaz, sino que también sin fin. Los sacerdotes de la antigüedad fallaron a causa de la muerte; pero Cristo, puesto que vive para siempre, tiene un sacerdocio inmutable. «Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos» (He. 7;25). David reconoce el mismo cuidado pastoral y su garantía de seguridad eterna (Sal. 23:1).


Cristología: Su regreso por sus santos

Su regreso por sus santos

A.- Profecía que aun no se ha cumplido

La doctrina seleccionada para su desarrollo en este capítulo es uno de los temas más importantes de la profecía que todavía no se ha cumplido. El estudiante no debe olvidar que la profecía es la historia escrita de antemano por el Señor, y que ella es, por lo tanto, tan digna de ser creída como lo son otras partes de las Escrituras.
 
Casi una cuarta parte de la Biblia estaba en forma de profecía cuando las sagradas páginas fueron escritas. Mucho de la profecía bíblica se ha cumplido ya, y en cada caso el cumplimiento ha sido la más literal realización de todo lo que se había profetizado.
 
Tal como fue anunciado muchos siglos antes del advenimiento de Cristo, El vino en su humanidad como un hijo de Abraham, descendió de la tribu de Judá y de la casa de David y nació de una virgen en Belén. De igual manera, los detalles explícitos concernientes a su muerte, revelados en el Salmo 22, unos mil años antes de la venida de El al mundo, se cumplieron con admirable precisión.
La Palabra de Dios contiene mucha profecía que al presente está todavía en espera de cumplirse, y es razonable, así como honroso para Dios, que nosotros creamos que dicha profecía se cumplirá con la misma fidelidad que ha sido la característica de todas las obras y todos los actos de El hasta el día de hoy.
 
La enseñanza de que Cristo volverá a esta tierra tal como El era cuando ascendió a la diestra de Dios -«Este mismo Jesús, en su cuerpo de resurrección y en las nubes del cielo» (Hch. 1:11)- es tan clara y extensamente presentada en las Escrituras proféticas, que ella ha sido incluida en todos los grandes credos de la cristiandad. Sin embargo, es una doctrina que debemos estudiar cuidadosamente y con espíritu de claro discernimiento.
En consideración con la profecía como se relaciona con la futura venida de Jesucristo, muchos estudiantes bíblicos distinguen la venida de Cristo por su Iglesia, refiriéndose al arrebatamiento (el tomar a los santos hacia el cielo), de su venida con sus santos para establecer su reino (su segunda venida formal a la tierra) para reinar por mil años.
 
Entre estos dos acontecimientos se predicen varios eventos importantes tales como una iglesia mundial, la formación de un gobierno mundial con un dictador, y una gigantesca guerra mundial, la cual tendrá lugar cuando Cristo venga a establecer su reino. La venida de Cristo por su iglesia es el primer acontecimiento en estas series, si se interpretan literalmente las profecías.
Aunque los acontecimientos de los últimos tiempos, que ocurren después del arrebatamiento de la iglesia, son dados en muchas profecías en el Antiguo y Nuevo Testamento, la verdad de que Cristo vendría primero por su iglesia no fue revelada en el Antiguo Testamento y es específicamente una revelación del Nuevo Testamento.
 

Cristología: Profecías del arrebatamiento

B. Profecías del arrebatamiento

La primera revelación de que Cristo vendría por sus santos antes de que los acontecimientos de los últimos tiempos se cumplieran fue dada a los discípulos en el aposento alto la noche antes de la crucifixión de Cristo.
 
De acuerdo a Juan 14:2-3, Cristo anunció a sus discípulos: «En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros.
 
Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.» Los discípulos no estaban de ninguna manera preparados para esta profecía.
 
Habían sido instruidos, de acuerdo a Mateo 24:26-31, con respecto al glorioso retorno de Cristo para establecer su reino. Hasta este tiempo ellos no habían tenido indicios de que Cristo vendría primero para tomarlos de la tierra al cielo y por este medio quitarles de la tierra durante el tiempo de la tribulación que caracteriza el fin de la era.
 
En Juan 14 está claro que la casa del Padre se refiere al cielo, que Cristo les iba a dejar para prepararles un lugar allí. El promete que, habiendo preparado un lugar, El vendría otra vez para recibirles allí.
 
Esto significa que su propósito es tomarles de la tierra a la casa del Padre en los cielos. El apóstol Pablo amplía luego con amplios detalles este anuncio preliminar.
Escribiendo a los Tesalonicenses con respecto a estas preguntas en cuanto a la relación de la resurrección de los santos y la venida de Cristo por sus santos viviendo en la tierra, Pablo da los detalles de este importante acontecimiento (1 Ts. 4:13-18).
 
El declara en los vs. 16-17: «Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero.
 
Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.»
 
El orden de los acontecimientos de la venida de Cristo por sus santos comienza con el dejar su trono en los cielos y descender en el aire sobre la tierra.
 
El dará una exclamación -literalmente «una voz de mando»~. Esto será acompañado por la triunfante voz del arcángel Miguel y el sonido de la trompeta de Dios.
 
En obediencia al mandamiento de Cristo (Jn. 5:28-29), los cristianos que han muerto serán levantados de la muerte. Las almas de los muertos han acompañado a Cristo desde los cielos, como se indica en 1 Tesalonicenses 4:14 -«Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él»-, y entrarán en sus cuerpos resucitados.
 
Un momento después de que los muertos en Cristo sean levantados, los cristianos que viven serán «arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire».
En esta manera toda la iglesia será sacada del escenario de la tierra y cumplirá la promesa de Juan 14 de estar con Cristo en la casa del Padre en los cielos.
Se dan más detalles de ello en 1 Corintios 15:51-58. Aquí la venida de Cristo por su iglesia se declara como «un misterio», esto es, una verdad no revelada en el Antiguo Testamento pero revelada en el Nuevo Testamento (cf. Ro. 16:25-26; Col. 1:26).
 
En contraste a la verdad de la venida de Cristo a. la tierra para establecer su reino, lo cual está revelado en el Antiguo Testamento, el arrebatamiento está revelado solamente en el Nuevo Testamento.
 
Pablo, en 1 Corintios 15, indica que el acontecimiento tendrá lugar en un momento de tiempo, «en un abrir y cerrar de ojos», que los cuerpos resucitados de los muertos los cuales serán levantados con incorruptibilidad, esto es, no envejecerán y serán inmortales, sin estar sujetos a muerte (1Co. 15:53).
En la Escritura está claro que nuestros nuevos cuerpos también serán sin pecado (Ef. 5:27; cf. Fil. 3:20-21). Los cuerpos de aquellos en las tumbas, así como aquellos vivos en la tierra, no son aptos para el cielo. Este es el motivo por el cual Pablo declara «todos seremos transformados» (1 Co. 15:51).
En contraste con la resurrección y al arrebatamiento de la iglesia, la resurrección de los santos que murieron antes de Pentecostés, o que murieron después del arrebatamiento, está aparentemente demorada hasta el tiempo de la venida de Cristo para establecer su reino (Dn. 12:1-2; Ap. 20:4). Los muertos impíos, sin embargo, no son resucitados hasta después de los mil años de reinado de Cristo (Ap. 20:5-6; 12-13).
 
                                                   



 
 


 
 
 

 

1 comentario:

  1. Pablo, en 1 Corintios 15, indica que el acontecimiento tendrá lugar en un momento de tiempo, «en un abrir y cerrar de ojos», que los cuerpos resucitados de los muertos los cuales serán levantados con incorruptibilidad, esto es, no envejecerán y serán inmortales, sin estar sujetos a muerte (1Co. 15:53).

    En la Escritura está claro que nuestros nuevos cuerpos también serán sin pecado (Ef. 5:27; cf. Fil. 3:20-21). Los cuerpos de aquellos en las tumbas, así como aquellos vivos en la tierra, no son aptos para el cielo. Este es el motivo por el cual Pablo declara «todos seremos transformados» (1 Co. 15:51).

    En contraste con la resurrección y al arrebatamiento de la iglesia, la resurrección de los santos que murieron antes de Pentecostés, o que murieron después del arrebatamiento, está aparentemente demorada hasta el tiempo de la venida de Cristo para establecer su reino (Dn. 12:1-2; Ap. 20:4). Los muertos impíos, sin embargo, no son resucitados hasta después de los mil años de reinado de Cristo (Ap. 20:5-6; 12-13).

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