Me voy a quedar sólo con una frase del Evangelio de hoy (Lucas 9,43-45) "su sentido les estaba velado de manera que no podían comprender las palabras del Señor" refiriéndose a los apóstoles respecto de las enseñanzas del Señor, ¿Y por qué me decanto sólo por esta frase del Evangelio de hoy?
Porque he aquí que, debido al trabajo, de lo poco que he podido seguir en directo de la reciente visita del Papa FRANCISCO a CUBA y ESTADOS UNIDOS, lo que sí pude ver fue la Eucaristía de proclamación como santo de Fray JUNÍPERO SERRA, Ofm, , y especialmente, la espectacular homilía del Papa FRANCISCO, y es que, en su primera mitad (antes de empezar a hablar en concreto de Fray JUNÍPERO SERRA, Ofm y su vida y obra) el Papa hizo toda una exposición que yo, sorprendido, pregunté a los de casa "¿Es qué está ya pregonando el AÑO DE LA MISERICORDIA sin que nos hayamos dado cuenta?", en efecto, puede que no nos hayamos dado cuenta, o como dice el Evangelio de hoy, tengamos el sentido velado para no poder comprenderlo.
Concretamente me refiero a la primera parte de la homilía, que os copio literal:
«Alégrense siempre en el Señor. Repito: Alégrense» (Flp 4,4). (...) Hay algo dentro de nosotros que nos invita a la alegría y a no conformarnos con placebos que siempre quieren contentarnos.
Pero a su vez, vivimos las tensiones de la vida cotidiana. Son muchas las situaciones que parecen poner en duda esta invitación. La propia dinámica a la que muchas veces nos vemos sometidos parece conducirnos a una resignación triste que poco a poco se va transformando en acostumbramiento, con una consecuencia letal: anestesiarnos el corazón. (...) ¿Cómo profundizar la alegría del Evangelio en las diferentes situaciones de nuestra vida? Jesús lo dijo a los discípulos de ayer y nos lo dice a nosotros: ¡vayan!, ¡anuncien!
La alegría del evangelio se experimenta, se conoce y se vive solamente dándola, dándose. (...) Tenemos la responsabilidad de anunciar el mensaje de Jesús. Porque la fuente de nuestra alegría «nace de ese deseo inagotable de brindar misericordia, fruto de haber experimentado la infinita misericordia del Padre y su fuerza difusiva» (Evangelii gaudium, 24). Vayan a todos a anunciar ungiendo y a ungir anunciando. A esto el Señor nos invita hoy y nos dice: La alegría el cristiano la experimenta en la misión: «Vayan a las gentes de todas las naciones» (Mt 28,19).
La alegría el cristiano la encuentra en una invitación: Vayan y anuncien. La alegría el cristiano la renueva, la actualiza con una llamada: Vayan y unjan. Jesús los envía a todas las naciones. A todas las gentes.
Y en ese «todos» de hace dos mil años estábamos también nosotros. Jesús no da una lista selectiva de quién sí y quién no, de quiénes son dignos o no de recibir su mensaje y su presencia. Por el contrario, abrazó siempre la vida tal cual se le presentaba. Con rostro de dolor, hambre, enfermedad, pecado.
Con rostro de heridas, de sed, de cansancio. Con rostro de dudas y de piedad. Lejos de esperar una vida maquillada, decorada, trucada, la abrazó como venía a su encuentro. Aunque fuera una vida que muchas veces se presenta derrotada, sucia, destruida. A «todos» dijo Jesús, a todos, vayan y anuncien; a toda esa vida como es y no como nos gustaría que fuese, vayan y abracen en mi nombre.
Vayan al cruce de los caminos, vayan… a anunciar sin miedo, sin prejuicios, sin superioridad, sin purismos a todo aquel que ha perdido la alegría de vivir, vayan a anunciar el abrazo misericordioso del Padre.
Vayan a aquellos que viven con el peso del dolor, del fracaso, del sentir una vida truncada y anuncien la locura de un Padre que busca ungirlos con el óleo de la esperanza, de la salvación. Vayan a anunciar que el error, las ilusiones engañosas, las equivocaciones, no tienen la última palabra en la vida de una persona.
Vayan con el óleo que calma las heridas y restaura el corazón. La misión no nace nunca de un proyecto perfectamente elaborado o de un manual muy bien estructurado y planificado; la misión siempre nace de una vida que se sintió buscada y sanada, encontrada y perdonada. La misión nace de experimentar una y otra vez la unción misericordiosa de Dios.
El Papa FRANCISCO se ha propuesto coger la Iglesia, por las cuatro esquinas, y sacudirla con fuerza para que se le levante el polvo, y se lo lleve el aire, que lleva acumulando desde hace casi dos mil años, quiere una Iglesia nueva, pero que es la de siempre, la de los tiempos de la predicación evangélica de los apóstoles y las primeras comunidades de los creyentes: Nos quiere misioneros, que anunciemos el Evangelio, seamos cabezones como PEDRO, incrédulos como TOMÁS, o infatigables como PABLO; quiere que como el buen pastor o el samaritano de las parábolas nos detengamos en el camino ante cualquier necesidad de nuestros hermanos, posponiendo todo lo demás ¿cómo iba a creer las ovejas que el pastor las amaba si abandonaba a una de ellas? ¿cómo iba el samaritano a seguir su viaje con la conciencia de una vida sobre sus espaldas?, y el Papa quiere que no vayamos anunciando el Evangelio desde el catecismo, desde el dogma, desde lo ya escrito, manido y sabido, sino por el testimonio de la alegría, la coherencia, la propia vida, y no es tonto el Papa, sabe que por "esos caminos de Dios" vamos a encontrarnos hermanos de muchos tipos: Que el Señor se encontró con todos, a ninguno hizo ascos, no se quiso imponer a ninguno de ellos, los trató con cariño, no con ley, pero una cosa es cierta, así que trataron al Señor sus vidas nunca fueron iguales, y jamás fue condenando, sino sanando, abrazando, acogiendo, escuchando... que el Señor trató con ricos y adinerados como ZAQUEO, con una mujer pagana que le pedía sanación de su hija, con otra mujer que debería incluso abstenerse de salir a la calle por su impureza de la sangre, con un "presunto homosexual" como el centurión romano (¡ya sé que es arriesgado afirmarlo!, el que quiera más pistas que lea este enlace), con una mujer que "andaba en tratos con cinco hombres a la vez", la samaritana del pozo, que eso en ANDALUCÍA se llama "un putón verbenero", que se entrevistó con la élite religiosa puesta en dudas por su persona como NICODEMO, que gustaba de rodearse de niños, que entre sus discípulos tenía un recaudador de impuestos de fortuna poco clara (lo que hoy en día sería un agente de hacienda sobornado, pues eso, y no otra cosa son los "publicanos" y MATEO lo era), a un librepensador religioso, pues ANDRÉS, aparte de su nombre griego, ya era discípulo previo de JUAN BAUTISTA, o sea, que su fe judía tradicional ya estaba en crisis; con un indignado tipo PODEMOS en la persona de JUDAS (que nadie me malinterprete, nada tiene que ver que le traicionara luego), con unos hermanos que no tenían muy claro qué iban a ganar con todo esto, salvo puestos y honores, como los hermanos ZEBEDEO...
...y como dice el Papa FRANCISCO "Jesús no da una lista selectiva de quién sí y quién no, de quiénes son dignos o no de recibir su mensaje y su presencia. Por el contrario, abrazó siempre la vida tal cual se le presentaba. Con rostro de dolor, hambre, enfermedad, pecado. Con rostro de heridas, de sed, de cansancio. Con rostro de dudas y de piedad.
Lejos de esperar una vida maquillada, decorada, trucada, la abrazó como venía a su encuentro. Aunque fuera una vida que muchas veces se presenta derrotada, sucia, destruida" es decir, nunca juzguemos a quienes el Señor nos pone por el camino, nunca seamos tan orgullosos, obstinados y cerriles de creer que los vamos a convertir condenando, juzgando y citando pecados morales o cánones jurídicos, que no, que estamos muy equivocados, a la gente se la gana con el abrazo, la escucha y la acogida, con la mirada a los ojos, y sobretodo, como principia el Papa su homilía, con alegría....
El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido para que dé la Buena Noticia a los pobres; me ha enviado a anunciar la libertad a los cautivos y la vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos, para proclamar el año de gracia del Señor.
Que así sea, que este AÑO DE GRACIA, es decir, este AÑO DE LA MISERICORDIA, nos sirva, de una vez por todas, para ser misioneros de la alegría, heraldos de la misericordia, juglares del perdón, y dejemos, aunque sólo sea por un año, todos nuestros prejuicios, etiquetas y condenas sobre nuestros hermanos, al margen.
La alegría el cristiano la encuentra en una invitación: Vayan y anuncien. La alegría el cristiano la renueva, la actualiza con una llamada: Vayan y unjan. Jesús los envía a todas las naciones. A todas las gentes.
ResponderEliminarY en ese «todos» de hace dos mil años estábamos también nosotros. Jesús no da una lista selectiva de quién sí y quién no, de quiénes son dignos o no de recibir su mensaje y su presencia. Por el contrario, abrazó siempre la vida tal cual se le presentaba. Con rostro de dolor, hambre, enfermedad, pecado.