miércoles, 2 de diciembre de 2015

ESTA POR SALIR A LA VENTA NO TE LO PIERDAS









PROLOGO DEL LIBRO
DE DIEGO SOLANO
 


 

“¡Ay de mí si no anunciara el Evangelio!”  (1 Cor. 9, 16)

En tus manos tienes palabras de una persona que abrió su corazón a Jesús y se dejó cautivar por su Palabra. Ha experimentado que la misión no es una imposición, un deber, sino una necesidad, como la que tuvo San Pablo y todo creyente que se ha encontrado con el Señor.

La primera comunidad cristiana escuchó decir al discípulo amado: “lo que hemos visto y oído es lo que les anunciamos a ustedes” (1. Jn. 1, 3). Así también el autor de esta obra nos hace partícipe de su encuentro con Jesús en la oración, diálogo sencillo y diario con su Palabra que tiene una belleza incomparable. La belleza de Alguien que nos ama y que se hizo hombre, para hablarnos con nuestro lenguaje.

Compartir la fe, es compartir la vida. Cuando un cristiano participa a otros su experiencia de oración, no lo hace para convencer a la fuerza a los demás, sino que nos regala algo que vale la pena, como cuando nos invita a su casa para compartir una rica comida y nos deleitamos, no sólo por lo que saboreamos, sino por el momento que pasamos juntos en comunión y fraternidad.  Esa es la misión: compartir lo que hemos recibido con los demás. Como dice Jesús en el sermón de la montaña: “No se enciende una lámpara para esconderla dentro de un tiesto, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa” (Mt. 5, 15)

Cuando alguien vive una alegría, no se la guarda para sí, sino que con su rostro, sus palabras y su ser entero, hace partícipe a otros de ese gozo. Siente profundamente que no puede privar a los otros de algo precioso que vale la pena conocer y disfrutar. Cuando nuestro espíritu está inundado de la luz y alegría del que se sabe tenido en cuenta y amado, genera fuerzas interiores magníficas, insospechadas, que genera diversos modos para presentar adecuadamente y atractivamente eso que estamos experimentando. Es lo que el autor de este libro nos transmite. Cada día del año ha vivido este encuentro sencillo, valioso, con Jesús, y lo escribió pensando en personas que tienen su diario trajinar de levantarse, saludar a los suyos, salir al trabajo, pasar el día en medio de muchas actividades, compartir la mesa, preocuparse por los de su casa y por los de su entorno del trabajo, o sus amistades o hermanos de comunidad. Son como grageas de vida eterna, vitaminas para el espíritu, que van fortaleciendo nuestra amistad con el Dios de la historia, con Jesús que a diario camina con nosotros.

Agradezco a Diego Solano su generosidad por compartir con nosotros su fe, y por la paciencia con la que esperó a que yo me acople a la concreción de esta edición. También mi agradecimiento porque con esta obra él anima a otros para que compartan, con creatividad y entusiasmo, la belleza del Amor que los ha salvado, ya sea con la escritura, con la música o el canto, o con cualquier otra expresión del arte y de la comunicación.

Querida lectora, querido lector: que estas páginas se vayan derramando en tu corazón como agua fresca, cada día del año, para calmar tu sed de infinito en el  camino de tu vida. A la vez, te contagie de las ganas de llevar a los demás la “alegría del Evangelio”. Es la misión del autor, la mía y tu propia misión.


+ Carlos José Tissera
Obispo de Quilmes


 
 





 
 
 
CON DIEGO EN DESPERTAR
 


 
DIOS BENDIGA A ESTOS MELLISOS
Y SUS FAMILIAS
Y SUS MINISTERIOS
Y A DIEGO
AUTOR DE ESTE LIBRO
 






1 comentario:

  1. Agradezco a Diego Solano su generosidad por compartir con nosotros su fe, y por la paciencia con la que esperó a que yo me acople a la concreción de esta edición. También mi agradecimiento porque con esta obra él anima a otros para que compartan, con creatividad y entusiasmo, la belleza del Amor que los ha salvado, ya sea con la escritura, con la música o el canto, o con cualquier otra expresión del arte y de la comunicación.

    Querida lectora, querido lector: que estas páginas se vayan derramando en tu corazón como agua fresca, cada día del año, para calmar tu sed de infinito en el camino de tu vida. A la vez, te contagie de las ganas de llevar a los demás la “alegría del Evangelio”. Es la misión del autor, la mía y tu propia misión.


    + Carlos José Tissera
    Obispo de Quilmes

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