PROLOGO DEL LIBRO
DE DIEGO SOLANO
“¡Ay de mí si no anunciara el Evangelio!” (1 Cor. 9, 16)
En tus manos tienes palabras de una persona que abrió su corazón a Jesús y se dejó cautivar por su Palabra. Ha experimentado que la misión no es una imposición, un deber, sino una necesidad, como la que tuvo San Pablo y todo creyente que se ha encontrado con el Señor.
La primera comunidad cristiana escuchó decir al discípulo amado: “lo que hemos visto y oído es lo que les anunciamos a ustedes” (1. Jn. 1, 3). Así también el autor de esta obra nos hace partícipe de su encuentro con Jesús en la oración, diálogo sencillo y diario con su Palabra que tiene una belleza incomparable. La belleza de Alguien que nos ama y que se hizo hombre, para hablarnos con nuestro lenguaje.
Compartir la fe, es compartir la vida. Cuando un cristiano participa a otros su experiencia de oración, no lo hace para convencer a la fuerza a los demás, sino que nos regala algo que vale la pena, como cuando nos invita a su casa para compartir una rica comida y nos deleitamos, no sólo por lo que saboreamos, sino por el momento que pasamos juntos en comunión y fraternidad. Esa es la misión: compartir lo que hemos recibido con los demás. Como dice Jesús en el sermón de la montaña: “No se enciende una lámpara para esconderla dentro de un tiesto, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa” (Mt. 5, 15)
Cuando alguien vive una alegría, no se la guarda para sí, sino que con su rostro, sus palabras y su ser entero, hace partícipe a otros de ese gozo. Siente profundamente que no puede privar a los otros de algo precioso que vale la pena conocer y disfrutar. Cuando nuestro espíritu está inundado de la luz y alegría del que se sabe tenido en cuenta y amado, genera fuerzas interiores magníficas, insospechadas, que genera diversos modos para presentar adecuadamente y atractivamente eso que estamos experimentando. Es lo que el autor de este libro nos transmite. Cada día del año ha vivido este encuentro sencillo, valioso, con Jesús, y lo escribió pensando en personas que tienen su diario trajinar de levantarse, saludar a los suyos, salir al trabajo, pasar el día en medio de muchas actividades, compartir la mesa, preocuparse por los de su casa y por los de su entorno del trabajo, o sus amistades o hermanos de comunidad. Son como grageas de vida eterna, vitaminas para el espíritu, que van fortaleciendo nuestra amistad con el Dios de la historia, con Jesús que a diario camina con nosotros.
Agradezco a Diego Solano su generosidad por compartir con nosotros su fe, y por la paciencia con la que esperó a que yo me acople a la concreción de esta edición. También mi agradecimiento porque con esta obra él anima a otros para que compartan, con creatividad y entusiasmo, la belleza del Amor que los ha salvado, ya sea con la escritura, con la música o el canto, o con cualquier otra expresión del arte y de la comunicación.
Querida lectora, querido lector: que estas páginas se vayan derramando en tu corazón como agua fresca, cada día del año, para calmar tu sed de infinito en el camino de tu vida. A la vez, te contagie de las ganas de llevar a los demás la “alegría del Evangelio”. Es la misión del autor, la mía y tu propia misión.
+ Carlos José Tissera
Obispo de Quilmes
CON DIEGO EN DESPERTAR
DIOS BENDIGA A ESTOS MELLISOS
Y SUS FAMILIAS
Y SUS MINISTERIOS
Y A DIEGO
AUTOR DE ESTE LIBRO
Agradezco a Diego Solano su generosidad por compartir con nosotros su fe, y por la paciencia con la que esperó a que yo me acople a la concreción de esta edición. También mi agradecimiento porque con esta obra él anima a otros para que compartan, con creatividad y entusiasmo, la belleza del Amor que los ha salvado, ya sea con la escritura, con la música o el canto, o con cualquier otra expresión del arte y de la comunicación.
ResponderEliminarQuerida lectora, querido lector: que estas páginas se vayan derramando en tu corazón como agua fresca, cada día del año, para calmar tu sed de infinito en el camino de tu vida. A la vez, te contagie de las ganas de llevar a los demás la “alegría del Evangelio”. Es la misión del autor, la mía y tu propia misión.
+ Carlos José Tissera
Obispo de Quilmes