Para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en
medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis
como luminares en el mundo. (Filipenses 2,15).
Los habitantes del universo celestial esperan que los discípulos de Cristo brillen como luces en el mundo. Debe demostrarse en ellos el poder de la gracia que Cristo quiso impartirnos por su muerte. Dios quiere que los que profesan ser cristianos revelen en su vida el cristianismo en su forma más elevada. Son los representantes reconocidos de Cristo; por su medio debe ser representada la realidad del cristianismo. Deben ser hombres de fe, llenos de valor, íntegros, que pongan toda su confianza en Dios y en sus promesas.
Todos los que desean entrar en la ciudad de Dios, deben poner de manifiesto al Salvador en todo trato que tengan durante esta vida terrenal. Así es como los mensajeros de Cristo serán sus testigos. Deben dar un testimonio claro y decidido contra toda mala costumbre, y enseñar a los pecadores el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. A todos los que le reciben, él les da poder de ser hechos hijos de Dios. La regeneración es el único sendero que da acceso a la ciudad de Dios.
Este sendero es estrecho y la puerta por la que se debe pasar, angosta; sin embargo, por este camino debemos conducir a hombres, mujeres y niños, enseñándoles que para salvarse, deben poseer un corazón y espíritu nuevos. Los antiguos rasgos de carácter hereditarios deben ser vencidos. Los deseos naturales del alma deben cambiar. Toda malicia, toda mentira, toda calumnia, deben eliminarse. Debe vivirse la vida nueva que nos hace parecer a Cristo.
Nada simulado debe haber en la vida de los que tienen que proclamar un mensaje tan solemne y sagrado.
Los que aman a Jesús pondrán su vida entera en armonía con la voluntad de él. Se pusieron del lado del Señor, y debe existir un vívido contraste entre su vida y la de los mundanos. El tentador se les acercará con sus halagos y tentaciones, diciéndoles: “Todo esto te daré, si postrado me adorares” (Mateo 4:9). Pero saben que nada bueno tiene para ofrecerles y rehúsan ceder a sus tentaciones.
La gracia de Dios los capacita para mantener intactos sus principios. Ángeles santos están a su lado, y revelan a Cristo por su firme adhesión a la verdad. Son los milicianos de Cristo y, como buenos testigos, hablan con fuerza y firmeza en favor de la verdad. Demuestran la realidad de la potencia espiritual que hace a hombres y mujeres capaces de no sacrificar nada de la justicia y de la verdad, por mucho que el mundo quiera ofrecerles en cambio. El Cielo honrará a tales cristianos, porque conformaron su vida a la voluntad de Dios, sin fijarse en los sacrificios que les ! tocaba hacer.
SEÑOR BENDICE A NUESTRA
QUERIDA PATRIA
La gracia de Dios los capacita para mantener intactos sus principios. Ángeles santos están a su lado, y revelan a Cristo por su firme adhesión a la verdad. Son los milicianos de Cristo y, como buenos testigos, hablan con fuerza y firmeza en favor de la verdad. Demuestran la realidad de la potencia espiritual que hace a hombres y mujeres capaces de no sacrificar nada de la justicia y de la verdad, por mucho que el mundo quiera ofrecerles en cambio. El Cielo honrará a tales cristianos, porque conformaron su vida a la voluntad de Dios, sin fijarse en los sacrificios que les ! tocaba hacer.
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