"No insistas en que te abandone y me vuelva,
porque yo iré adonde tú vayas y viviré donde tú
vivas.
Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi
Dios.
Moriré donde tú mueras y allí seré enterrada.
Que el Señor me castigue más de lo debido,
si logra separarme de ti algo que no sea la
muerte..."
Feliz Aniversarioo!!
Sos lo mas lindo que Dios me pudo regalar!!
Gracias por cada día, por ser mi compañero
fiel...
Te amoo!!
Por toda la vida juntos...
Dice el Papa Francisco
El actual pasaje de civilización aparece
marcado por los efectos a largo plazo de una sociedad administrada por la
tecnocracia económica. La subordinación de la ética a la lógica de la ganancia
tiene grandes recursos y de apoyo mediático enorme. En este escenario, una
nueva alianza del hombre y de la mujer se convierte no solo en necesaria
sino también en estratégica por la emancipación de los pueblos de la
colonización del dinero. Esta alianza ¡debe volver a orientar la política, la
economía y la convivencia civil! Esta decide la habitabilidad de la tierra, la
transmisión del sentimiento de la vida, los vínculos de la memoria y de la
esperanza.
De esta alianza, la
comunidad conyugal-familiar del hombre y de la mujer es la gramática
generativa, el “nudo de oro” podemos decir. La fe la recoge de la sabiduría de
la creación de Dios: que ha confiado a la familia, no el cuidado de una
intimidad en sí misma, sino con el emocionante proyecto de hacer “doméstico” el
mundo. La familia está al inicio, a la base de esta cultura mundial que nos
salva; nos salva de tantos, tantos ataques, tantas destrucciones, de tantas
colonizaciones, como aquella del dinero o como aquellas ideologías que amenazan
tanto el mundo. La familia es la base para defenderse.
Propio de la Palabra
bíblica de la creación hemos tomado nuestra inspiración fundamental, en
nuestras breves meditaciones de los miércoles sobre la familia. A esta Palabra
podemos y debemos nuevamente recoger con amplitud y profundidad. Es un gran
trabajo, aquel que nos espera, pero también es muy entusiasmante. La creación
de Dios no es una simple premisa filosófica: ¡es el horizonte universal de la
vida y de la fe! No hay un designio divino diverso de la creación y de su
salvación. Es por la salvación de la creatura -de cada creatura- que Dios se ha
hecho hombre: «por nosotros los hombres y por nuestra salvación», como dice el
Credo. Y Jesús resucitado es el «primogénito de cada creatura» (Col 1,15).
El mundo creado está
confiado al hombre y a la mujer: lo que pasa entre ellos da la marca a todo. El
rechazo de la bendición de Dios llega faltamente a un delirio de omnipotencia
que arruina cada cosa. Es lo que llamamos “pecado original”. Y todos venimos al
mundo con la herencia de esta enfermedad.
A pesar de eso, no
somos malditos, ni abandonados a nosotros mismos. La antigua narración del
primer amor de Dios por el hombre y la mujer, ¡tenía ya páginas escritas con fuego,
al respecto! «Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo»
(Gen 3,15a). Son las palabras que Dios dirige a la serpiente engañadora,
encantadora. Con estas palabras Dios marca a la mujer con una barrera
protectora contra el mal, a la cual ella puede recurrir –si quiere- por cada
generación. Quiere decir que la mujer tiene una secreta y especial
bendición, ¡para la defensa de su creatura del Maligno! Como la Mujer del
Apocalipsis, que corre a esconder el hijo del Dragón. Y Dios la protege
(cfrAp 12,6)
¡Piensen cuál
profundidad se abre aquí! Existen muchos lugares comunes, a veces incluso
ofensivos, sobre la mujer tentadora que inspira el mal. En cambio hay espacio
para una teología de la mujer que esté a la altura de esta bendición de Dios
¡para ella y para la generación!
La
misericordiosa protección de Dios hacia el hombre y la mujer, en cada
caso, nunca falta a ambos. ¡No olvidemos esto! El lenguaje simbólico de la Biblia nos dice que antes de alejarlos del
jardín del Edén, Dios hace al hombre y a la mujer túnicas de piel y los viste
(cfr Gen 3,21). Este gesto de ternura significa que también en las
dolorosas consecuencias de nuestro pecado, Dios no quiere que nos quedemos desnudos
y abandonados a nuestro destino de pecadores. Esta ternura divina, este cuidado
hacia nosotros, la vemos encarnada en Jesús de Nazaret, hijo de Dios «nacido de
mujer» (Gal 4,4). Y siempre san Pablo dice todavía: «mientras éramos
todavía pecadores, Cristo ha muerto por nosotros» (Rom 5,8). Cristo,
nacido de mujer, de una mujer. Es la caricia de Dios sobre nuestras llagas,
sobre nuestros errores, sobre nuestros pecados. Pero Dios nos ama como somos y
quiere llevarnos hacia adelante con este proyecto, y la mujer es la más fuerte
que lleva adelante este proyecto.
La promesa que Dios
hace al hombre y a la mujer, al inicio de la historia, incluye todos los seres
humanos, hasta el final de la historia. Si tenemos fe suficiente, las familias
de los pueblos de la tierra se reconocerán en esta bendición. De todos modos,
cualquiera que se deja conmover por esta visión, a cualquier pueblo, nación,
religión pertenezca, se ponga en camino con nosotros. Será nuestro hermano,
nuestra hermana. Sin hacer proselitismo, no… Caminamos juntos, bajo esta
bendición, bajo este objetivo de Dios, de hacernos a todos hermanos en la vida,
en un mundo que va hacia adelante que nace propio de la familia, de la unión
del hombre y de la mujer.
¡Dios les bendiga,
familias de cada rincón de la tierra! y ¡Dios les bendiga a todos ustedes!
La promesa que Dios hace al hombre y a la mujer, al inicio de la historia, incluye todos los seres humanos, hasta el final de la historia. Si tenemos fe suficiente, las familias de los pueblos de la tierra se reconocerán en esta bendición. De todos modos, cualquiera que se deja conmover por esta visión, a cualquier pueblo, nación, religión pertenezca, se ponga en camino con nosotros. Será nuestro hermano, nuestra hermana. Sin hacer proselitismo, no… Caminamos juntos, bajo esta bendición, bajo este objetivo de Dios, de hacernos a todos hermanos en la vida, en un mundo que va hacia adelante que nace propio de la familia, de la unión del hombre y de la mujer.
ResponderEliminar