Doctrina del Hombre
El
hombre: su creación
Origen del hombre
El Hombre Como Un Ser Creado
La Naturaleza Del Hombre
La caída del Hombre
ADAN ANTES DE LA CAIDA
ADAN DESPUÉS DE LA CAIDA
EL EFECTO DE LA CAÍDA DE ADÁN SOBRE
TODO EL GENERO HUMANO
Origen del hombre
El
nombre griego proviene del contenido del libro: el origen del mundo, el género
humano y el pueblo judío, la genealogía de toda la humanidad desde el comienzo
de los tiempos. También "génesis" tiene el sentido de
"prólogo", ya que la historia judía comienza propiamente con el
Éxodo, del cual el Génesis es simplemente un prolegómeno.
Según el Génesis el
hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios. Habla de varios personajes
relevantes para el pueblo judío, como Abraham, Isaac y Jacob
El nombre griego
proviene del contenido del libro: el origen del mundo, el género humano y el
pueblo judío, la genealogía de toda la humanidad desde el comienzo de los
tiempos. También "génesis" tiene el sentido de "prólogo",
ya que la historia judía comienza propiamente con el Éxodo, del cual el Génesis
es simplemente un prolegómeno. Según el Génesis el hombre fue creado a imagen y
semejanza de Dios. Habla de varios personajes relevantes para el pueblo judío,
como Abraham, Isaac y Jacob
Habiéndose descubierto en el medio de un universo
maravilloso y siendo del más alto orden de las criaturas físicas, el hombre, naturalmente,
buscaría la forma de entender su propio origen tanto como el origen de todas
las cosas existentes. Dado que la Naturaleza no revela la creación del hombre y
la tradición no sería una fuente digna de confianza en la información, es
razonable esperar que Dios revelaría los hechos esenciales acerca de la
creación del hombre en la Biblia.
En los primeros capítulos del Génesis, y donde se
quiera en la Biblia, la creación del hombre se enseña claramente en la
Escritura.
A causa de que el origen del hombre es un asunto
natural para la investigación y especulación, aquellos que han tratado de
contestar la pregunta aparte de la Escritura han hecho numerosas tentativas
para explicar el origen del hombre.
Estos hechos conflictivos demuestran que el hombre no
tiene información cierta acerca de su origen a no ser la que la Biblia le pueda
dar, y sólo en la Escritura uno puede esperar encontrar un relato completo y
exacto.
Uno de los puntos de vista más comunes que se han
levantado en contradicción con la doctrina de la creación del hombre revelada
en la Biblia es la teoría de la evolución. Esta teoría es que de alguna manera
llegó a la existencia siendo una célula viviente y de esta célula viviente el
hombre evolucionó por un proceso de selección natural.
La evolución intenta
explicar todas las complicadas formas de vida en este mundo por este proceso
natural.
De acuerdo a la teoría de la evolución, todas las
plantas, animales y el hombre fueron formados por un proceso de pequeños
cambios llevados a cabo por mutaciones, las cuales se creen que explican todas
las especies.
Sin embargo, las mutaciones son casi invariablemente
dañinas más que beneficiosas, y nunca se han observado series de mutaciones que
sean beneficiosas o que hayan producido una nueva especie. De acuerdo con esto,
mientras que el registro bíblico reconoce que puede haber variaciones dentro de
las especies, declara que Dios creó los animales «según su especie» (Gn.
1,21,24,25)
En contraste con los animales, el hombre fue hecho a
la imagen y semejanza de Dios (1,26-27). Aunque muchos adeptos a la evolución
admiten que es sólo una teoría y los fósiles revelan que no ha habido evolución
sistemática de las formas más bajas de vida a las formas más altas, la
evolución se constituye en la única explicación que el hombre natural ha sido
capaz de ofrecer en contradicción a la doctrina bíblica de la creación; está
basada claramente en un concepto naturalístico, más bien que en el origen
sobrenatural del hombre.
De igual manera, la teoría de la así llamada evolución
teísta -que Dios usó la evolución como un método- para ser sostenida depende de
una negación del significado literal de la narración de la creación en la
Biblia.
La doctrina de la creación del hombre está enseñada
claramente en la Escritura (Gn. 1,1 - 2,25; Jn. 1,3; Col. 1,16; He. 11,3).
El primer capítulo de Génesis se refiere a Dios como
el Creador cerca de diecisiete veces, y se pueden encontrar cerca de cincuenta
referencias más en la Biblia.
Algunas enseñan directamente sobre la creación, y
otros pasa- jes implican que Dios es el Creador de Adán y Eva (Ex. 20, 11; Sal.
8,3-6; Mt. 9,4-5; Mr. 10,6-7; Lc. 3,38; Ro. 5,12-21; 1 Co. " 11,9; 15,22,
45; 1 Ti. 2,13-14).
El verdadero concepto de la creación es que Dios creó
el mundo de la nada, puesto que en Génesis 1,1 no se hace mención de ninguna
existencia previa.
Como se presenta en Génesis, el hombre es la máxima
obra de Dios en la creación, y se declara que toda la creación tuvo lugar en
seis días.
Entre aquellos que aceptan la " Biblia como la obra inspirada
de Dios se han dado diferentes explicaciones a estos días de la creación.
Algunos ven la narración de Génesis 1 como una
re-creación siguiendo una primera creación, la cual fue juzgada y destruida en
conexión con la caída de Satanás y los ángeles caídos. Esto nos daría la
evidencia de que el mundo inorgánico existía mucho antes de la creación
descrita en los seis días de Génesis 1-2.
Algunos miran los seis días como períodos de tiempo,
más cortos o más largos que veinticuatro horas, porque la palabra «día» a veces
es usada para períodos más largos, así como en la expresión «el día del Señor».
Otros insisten, sin embargo, que, dado que se usan los
números con la palabra «día», debe aplicarse a un día de veinticuatro horas. En
este caso se presupone que Dios creó el mundo con edad aparente, como lo hizo,
por ejemplo, en la creación del hombre mismo y en el caso de los animales.
Otros, sin embargo, señalan a la sugerencia de que el
tiempo involucrado fue más largo que veinticuatro horas debido a expresiones
como las de Génesis 1,11, donde el árbol frutal se presenta creciendo de la
tierra.
Mientras que Dios podría haber creado un árbol
completamente crecido, el hecho de que se diga que crece implica un período más
largo que veinticuatro horas.
Mientras que los evangélicos han diferido en la
interpretación precisa del proceso de la creación, la mayoría de los
intérpretes que sostienen la inspiración e infalibilidad de la Biblia atribuyen
la presente existencia de los animales y del hombre a la creación inmediata de
Dios, y en la Escritura no hay evidencia del desarrollo evolucionario de las
especies por leyes naturales.
ADAN DESPUÉS DE LA CAIDA
Cuando Adán y Eva pecaron perdieron su bendito estado
en el cual ambos habían sido creados y vinieron a ser objeto de varios cambios
trascendentales.
1.
El hombre cayó bajo el dominio de la muerte espiritual y física. Dios había
dicho: «Porque el día que de él comieres, ciertamente morirás» (Gn. 2,17); y
esta divina sentencia se cumplió. Adán y Eva sufrieron inmediatamente la muerte
espiritual, que significa separación de Dios. Y a su debido tiempo sufrieron
también el castigo de la muerte física, que significa el acto por el cual el
alma se separa del cuerpo.
2.
El juicio de Dios también cayó sobre Satanás, y la serpiente fue condenada a
arrastrarse en el suelo (Gn. 3,14) La lucha entre Dios y Satanás se describe en
Génesis 3:15 en lo que se relaciona con la raza humana, y Dios dice: ¡; «y
pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya;
ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.»
Esto se refiere al conflicto entre Cristo y Satanás,
en el cual Cristo murió en la cruz, pero no pudo ser retenido por la muerte,
como se anticipó en la expresión «Tú le herirás en el calcañar».
Sin embargo, la última derrota de Satanás está
indicada en el hecho de que la simiente de la mujer le «herirá en la cabeza»,
esto es, infringirle una herida mortal y permanente. La simiente de la mujer se
refiere a Jesucristo, quien en su muerte y resurrección conquistó y venció a
Satanás.
3.
Un juicio especial también cayó sobre Eva, la cual experimentaría dolor al dar
a luz sus hijos y se debería de someter a su esposo (Gn. 3,16). El hecho de que
se produciría la muerte haría necesario que se produjeran múltiples
nacimientos.
4.
Una maldición especial cayó sobre Adán, al cual le fue asignada la dura labor
de trabajar la tierra, ahora maldita con espinos y cardos, para obtener la
comida necesaria para su continua existencia. De acuerdo con esto, la misma
creación sería cambiada por el pecado del hombre (Ro. 8,22).
Más adelante la Escritura indica cómo los efectos del
pecado serían parcialmente aliviados por medio de la salvación en el caso del
hombre y por un levantamiento parcial de la maldición en el futuro reino
milenial.
Adán y Eva, sin embargo, después de la caída fueron conducidos fuera
del huerto y comenzaron a experimentar el dolor y la lucha que han
caracterizado a la raza humana desde entonces.
1. El hombre cayó bajo el dominio de la muerte espiritual y física. Dios había dicho: «Porque el día que de él comieres, ciertamente morirás» (Gn. 2,17); y esta divina sentencia se cumplió. Adán y Eva sufrieron inmediatamente la muerte espiritual, que significa separación de Dios. Y a su debido tiempo sufrieron también el castigo de la muerte física, que significa el acto por el cual el alma se separa del cuerpo.
2. El juicio de Dios también cayó sobre Satanás, y la serpiente fue condenada a arrastrarse en el suelo (Gn. 3,14) La lucha entre Dios y Satanás se describe en Génesis 3:15 en lo que se relaciona con la raza humana, y Dios dice: ¡; «y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.»
3. Un juicio especial también cayó sobre Eva, la cual experimentaría dolor al dar a luz sus hijos y se debería de someter a su esposo (Gn. 3,16). El hecho de que se produciría la muerte haría necesario que se produjeran múltiples nacimientos.
4. Una maldición especial cayó sobre Adán, al cual le fue asignada la dura labor de trabajar la tierra, ahora maldita con espinos y cardos, para obtener la comida necesaria para su continua existencia. De acuerdo con esto, la misma creación sería cambiada por el pecado del hombre (Ro. 8,22).
La
Naturaleza Del Hombre
De acuerdo al testimonio de la Escritura, el hombre,
en su forma humana presente, fue creado por Dios como la conclusión y
consumación de toda la creación. Se dice del hombre que fue hecho a la imagen y
semejanza de Dios (Gn. 1:26) y que Dios respiró en él el aliento de vida (Gn.
2,7).
Estas distinciones califican al hombre por sobre todas las otras formas
de vida que están sobre la tierra e indican que el hombre es una criatura moral
con intelecto, capacidad para sentir y voluntad.
Hablando en líneas generales, la creación del hombre
incluyó aquello que era material (el polvo) e inmaterial «(el aliento de
vida»). Esta doble distinción tiene referencia al «hombre exterior» y al
«hombre interior» (2 Co. 4, 16); «el vaso de barro» y «su tesoro» (2 Co. 4, 7).
Mientras que el alma y el espíritu del hombre se presentan existiendo para
siempre, el cuerpo retorna al polvo desde donde fue formado, y el espíritu va a
Dios quien lo dio (Ec. 12,7). De acuerdo a ello, la gente puede matar el cuerpo
pero no matar el alma (Mt.10,28).
Cuando la Escritura considera la parte inmaterial del
hombre, a veces usa varios términos intercambiables (cf. Gn. 41,8 con Sal.
42,6; Mt. 20,28 con 27:50; Jn. 12,27 con 13:21; He. 12,23 con Ap. 6,9), aun
aplicando estos términos a Dios (Is. 42,1; Jer. 9,9; He. 10,38) y a los
animales (Ec. 3,21; Ap. 16,3). Algunas veces se distingue el espíritu, del alma
del hombre (1 Ts. 5,23; He. 4:,2).
A pesar de las altas funciones de la parte inmaterial
del hombre, a veces se atribuyen al espíritu y a veces al alma (Mr. 8,36-37;
12:,30; Lc. 1,46; He. 6,18-19; Stg. 1,21); el espíritu se menciona usualmente
en las Escrituras como aquella parte del hombre la cual es capaz de contemplar
a Dios, y el alma es aquella parte del hombre la cual está relacionada al yo y
las varias funciones del intelecto, sensibilidades y voluntad del hombre.
Sin embargo, también se usan otros términos de la
naturaleza inmaterial del hombre tales como el corazón (Ex. 7,23; Sal. 37:4;
Ro. 9:2; 10:9-10; Ef. 3:17; He. 4:7). Otro término usado es aquel en cuanto a
la mente del hombre, ya sea en referencia a la pecaminosidad de la mente del
hombre no salvo (Ro. 1,28; 2 Co. 4,4; Ef. 4,17-18; Tit. 1,15), o a la mente
renovada que posee un cristiano (Mt. 22,37; Ro. 12,2; 1 Co. 14:,5; Ef. 5,17).
Otras expresiones tales como «voluntad» y «conciencia» también se refieren a la
parte inmaterial del hombre.
Dada la variedad de términos que a veces son usados en
sentido similar y a veces en contraste el uno con el otro, muchos han
considerado la división del hombre en material e inmaterial como la división
básica; pero aun aquí expresiones como «alma» y «espíritu» a veces son usadas
para la totalidad del hombre incluyendo su cuerpo.
Algunas religiones paganas sostienen que el origen
inmaterial de la naturaleza del hombre es preexistente; esto significa que ha
existido eternamente y sólo se encarna en el principio de la existencia humana;
esto no está sostenido por la Escritura.
Otro punto de vista ofrecido por algunos teólogos
evangélicos es que el alma es creada por Dios en el principio de la existencia
humana individual; esta teoría tiene dificultades en cuanto a la pecaminosidad
del hombre.
Probablemente el mejor punto de vista, conocido como
el traducianismo, es que el alma y el espíritu fueron propagados por generación
natural, y por esta razón el hombre recibe un alma y espíritu pecaminosos,
porque sus padres son pecadores.
El cuerpo humano del hombre es la habitación del alma
y el espíritu del hombre hasta que muera. Aunque acaba con la muerte, está
sujeto a resurrección. Esto es verdadero en cuanto a los salvos y los no
salvos, aunque las resurrecciones son diferentes.
A veces el cuerpo tiene referencia como la «carne»
(Col. 2,1, 5), y se usa para el cuerpo de Cristo) (1 Ti. 3, 16; 1 P. 3, 18).
Otras veces se refiere a la naturaleza pecaminosa, la cual incluye el alma y el
espíritu, como en la declaración de Pablo que él había «crucificado la carne»
(Gá.5, 24).
De acuerdo a ello, la carne no debe considerarse
sinónimo con el cuerpo en todos los pasajes, puesto que puede implicar todo el
hombre no regenerado.
Los cuerpos de las personas salvas son declarados como
«templos» (Jn. 2,21; 1 Co. 6 19; Fil. 1 :20), aunque al mismo tiempo sus
cuerpos son considerados como «vasos de barro» (2 Co. 4,7), cuerpos «viles»
(Fil. 3,21), cuerpos para ser mortificados (Ro. 8,13; Col. 3,5) y cuerpos los
cuales tienen que ser mantenidos en sujeción (1 Co. 9,27).
Los cuerpos de los salvos serán transformados,
santificados, salvados y redimidos y finalmente glorificados para siempre en la
venida de Cristo por su Iglesia (Ro. 8,11,17-18,23; 1 Co. 6,13-20; Fil.
3,20-21).
Jesucristo poseía un cuerpo humano perfecto antes de su muerte, y
después de su resurrección tenía un cuerpo de carne y hueso que es el ejemplo
del cuerpo de resurrección del creyente. El término «cuerpo» se usa también
como una figura de la iglesia como el cuerpo de Cristo y del cual Cristo es la
cabeza.
EL
EFECTO DE LA CAÍDA DE ADÁN SOBRE TODO EL GÉNERO HUMANO
El efecto inmediato del pecado sobre Adán y Eva fue
que éstos murieron espiritualmente y llegaron a estar sujetos a la muerte
espiritual. Su naturaleza se depravó y, por tanto, la raza humana
experimentaría la esclavitud del pecado.
Además del cambio de la suerte del hombre y su
ambiente, la Biblia también revela una profunda doctrina de imputación, que
pone de relieve la verdad que Dios ahora acusó a Adán con pecado y, como
resultado, acusó a sus descendientes con la responsabilidad del primer pecado
de Adán.
Las Escrituras mencionan tres grandes imputaciones:
1) El pecado de Adán es imputado a su posteridad (Ro. 5, 12-14) ;
2)
el pecado del hombre es imputado a Cristo (2 Co. 5, 21) ; y
3)
la justicia de Dios imputada a los que creen en Cristo (Gn. 15,6; Sal. 32,2;
Ro. 3,22; 4,3,8,21-25; 2 Co. 5,21; Flm. 17-18).
Es obvio que se efectuó un traspaso de carácter judicial del pecado del hombre
a Cristo, quien llevó sobre su cuerpo en el madero el pecado del género humano.
«Mas Jehová cargó en El el pecado de todos nosotros» (Is. 53,5; Jn. 1,29; 1 P.
2, 24; 3,18).
De igual manera hay un traspaso de carácter judicial
de la justicia de Dios al creyente (2 Co. 5,21), puesto que no podía haber otro
fundamento de justificación o aceptación delante de Dios. Esta imputación
pertenece a la nueva relación espiritual que el creyente disfruta con Dios en
la esfera de la nueva creación.
Estando unidos al Señor por el bautismo del Espíritu (1 Co. 6,17; 12,13; 2 Co.
5,17; Gá. 3,27), y vital mente relacionados con Cristo como un miembro de su
cuerpo (Ef. 5,30), se sigue que cada virtud de Cristo es comunicada a los que
han llegado a ser una parte orgánica de El. El creyente está «en Cristo» y, por
consiguiente, participa de todo lo que Cristo es.
Así, también los hechos de la antigua creación son traspasados de manera real a
aquellos que por generación natural están «en Adán». Ellos poseen la misma
naturaleza de Adán, y se dice, además, que ellos han pecado en él.
Esto es un hecho tan real que llega a ser en sí mismo
la base suficiente del juicio divino decretado en contra del pecado; al igual
que la imputación de la justicia de Dios en Cristo es el fundamento
satisfactorio para la justificación. Y el resultado es el juicio de Dios sobre
todos los hombres, ya sea que. ellos hayan pecado o no según la trasgresión de
Adán.
A pesar de que los hombres sostengan, como
generalmente lo hacen, que ellos no son responsables del pecado de Adán, la
revelación divina afirma que, debido a los efectos trascendentales de la
relación representativa que todos los seres humanos tienen con Adán, el pecado
original del primer hombre es inmediata y directamente imputado a todos los
miembros de la raza, con la invariable sentencia de muerte descansando sobre
todos ellos (Ro. 5,12-14).
De igual manera, el pecado original de Adán es
transmitido en la forma de naturaleza pecaminosa indirectamente, o sea, por
herencia, de padre a hijo, a través de todas las generaciones. El efecto de la
caída es universal; así también lo es la oferta de la divina gracia.
La caída de los hombres no se efectúa cuando cometen
su primer pecado; ellos han nacido ya en pecado, como criaturas caídas,
procedentes de Adán. Los hombres no se convierten en pecadores por medio de la
práctica del pecado, sino que ellos pecan debido a que por naturaleza son
pecadores.
Ningún niño necesita que se le enseñe a pecar, pero
cada niño tiene que ser estimulado a realizar el bien.
Debe observarse que, no obstante que la caída de Adán
pesa sobre toda la Humanidad, es evidente que hay una provisión divina para los
infantes y para todos aquellos que no tienen responsabilidad moral.
Los santos juicios de Dios tienen que caer sobre todos los pecadores no
redimidos:
1) por causa del pecado imputado;
2) por causa de la naturaleza pecaminosa que todos han heredado;
3)
por causa de que todos están bajo pecado; y
4) por causa de sus propios
pecados.
Si bien es cierto que estos juicios divinos no pueden atenuarse, el pecador
puede escapar de ellos por medio de Cristo. Estas son las buenas nuevas del
Evangelio.
La pena que descansa sobre la antigua creación es:
1) muerte física, por la cual el alma se separa del cuerpo;
2)
muerte espiritual, la cual, semejante a la de Adán, es el estado presente de
los perdidos y la separación entre el alma y Dios (Ef. 2,1; 4,18-19); y
3) la segunda muerte, o sea, la eterna separación entre el alma y Dios y la expulsión de los perdidos de la presencia de El para siempre (Ap. 2,11; 20, 6,14; 21,8).
PADRE CUIDA Y BENDICE NUESTRA PATRIA
PADRE CUIDA Y BENDICE NUESTRA PATRIA
Estando unidos al Señor por el bautismo del Espíritu (1 Co. 6,17; 12,13; 2 Co. 5,17; Gá. 3,27), y vital mente relacionados con Cristo como un miembro de su cuerpo (Ef. 5,30), se sigue que cada virtud de Cristo es comunicada a los que han llegado a ser una parte orgánica de El. El creyente está «en Cristo» y, por consiguiente, participa de todo lo que Cristo es.
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